Lo del jueves se reveló como mero anticipo. Hubo entonces algunas inundaciones domésticas, pero lo de verdad, lo que convirtió a Terrassa en una ciudad anegada, con aceras levantadas, tapas de alcantarilla brincando, coches atascados y sirenas de los servicios de emergencias atravesando el ambiente, llegó ayer a última hora de la mañana. Una tormenta descargó un aguacero tremendo y llevó de cabeza a bomberos, policías y departamentos municipales. La ciudad de Catalunya en la que Bombers de la Generalitat recibió más avisos fue Terrassa. Fueron 67 las alertas procedentes de nuestra localidad que registró el cuerpo de emergencias entre las doce del mediodía y las seis de la tarde. Luego registró diez más en una hora.
A eso de las cuatro de la tarde, el alcalde accidental, Marc Armengol, informaba en su cuenta de Twitter de que los servicios de mantenimiento, Protección Civil, bomberos y policías estaban trabajando “para restablecer la normalidad y atender las incidencias ocasionadas por las fuertes lluvias de este mediodía”. Y las incidencias eran unas cuantas.
Hasta la piscina del Parc de Vallparadís tuvo que ser clausurada porque la copiosa lluvia había arrastrado tierra y vegetación hacia la pileta y ocasionado desperfectos. También en ese recinto trabajaron varios empleados con el objetivo de normalizar la situación cuanto antes. El Ayuntamiento esperaba poder reabrir el recinto mañana domingo, acaso el lunes. Hasta entonces, los abonados podrán usar otras piscinas municipales (La Maurina, Sant Llorenç y Les Arenes) que ampliarán su aforo y su dotación de personal.
El teniente de alcalde Armengol colgó en su cuenta en la referida red social una foto de una acera levantada durante el episodio de aguaceros. El agua levantó aceras, en efecto, pero también un montón de tapas de alcantarillado, pues los colectores eran incapaces de engullir todo el líquido que discurría por la vía pública en forma torrencial. Un torbellino de agua inundaba tramos de la Rambla d’Ègara, donde los contenedores flotaban y se desplazaban. En la variante de la Nacional 150 se atascaron coches. La calzada devino un río marronoso.
La situación no era mejor en la avenida del Vallès, donde brincaban tapas de alcantarillado como había ocurrido tantas veces en días de análogas turbulencias. Los conductores paraban sus automóviles en aceras y arcenes a la espera de que el tiempo amainase un punto. Mientras tanto, los bomberos se afanaban en achicar la gran cantidad de agua acumulada en un aparcamiento de la calle de Watt, junto a la Rambla d’Ègara.
plan de emergencias
A la 1.50 de la tarde, el Consistorio activó en fase de alerta el plan de emergencias municipal “a raíz de las incidencias producidas en la ciudad por la intensidad de lluvia registrada en las últimas horas” y en previsión de más precipitaciones por la tarde. Con la activación del plan, el DUPROCIM (Documento Único de Protección Civil Municipal) se ponían en marcha los recursos municipales disponibles, de actuación y de prevención, para hacer frente a los incidentes.
Las sirenas de coches patrulla y de bomberos ya eran telón de fondo sonoro en una ciudad colmada de agua. Los servicios municipales recibieron alertas sobre más de sesenta incidencias entre las 12.50 del mediodía y las seis de la tarde. En menos de una hora, la Policía Municipal fue advertida de 35 avisos.
Era el momento álgido de la tormenta. Sólo entre las 12.50 y la 1.45 cayeron cuarenta litros de agua por metro cuadrado, según los datos manejados por la administración local. La mayor parte de las actuaciones se debían a tapas de imbornales, a problemas de tráfico y a caída de ramas y de árboles, amén de inundaciones en bajos de edificios y en locales comerciales. En el Portal de Sant Roc quedaron anegados almacenes de varios establecimientos.
La línea 10 de los autobuses urbanos no pudo llegar a Les Fonts. No era posible circular por la avenida del Vallès a su paso por debajo del puente de la carretera de Rubí, sitio habitual de inundaciones cuando llueve en demasía. El Ayuntamiento subrayó que, hasta media tarde, las lluvias no habían provocado desgracias personales. El servicio de atención ciudadana 010 se mantenía abierto hasta la desactivación del plan de emergencias municipal.
Otra tormenta, la previa, la del jueves, causó varios incidentes. Los bomberos fueron alertados de inundaciones domésticas. Pasó en un edificio de la calle de Pérez Galdós a las seis de la tarde y en otro de la calle de la Duquessa de la Victòria media hora después. En la avenida de Madrid quedó atorado un imbornal por un cúmulo de hojas y en la calle del Maestrat saltó una alarma antiincendios.
El Ayuntamiento clausuró la piscina del Parc de Vallparadís por un deslizamiento de tierras