Es una de las trabajadoras de la Fundación Vicente Ferrer en la India, y habla castellano a la perfección. También conoce el catalán y otros idiomas, además del telugu natal. Desde 2008 viaja asiduamente a nuestro país para dar a conocer el trabajo de la fundación. Tiene 40 años y dos hijos de 17 y 15 años.
Su vinculación con la Fundación Vicente Ferrer le viene de familia, ¿no es así?
Vicente Ferrer empezó a trabajar en Anantapur (en el estado de Andhra Pradesch, al sur de la India) en 1969, y mi padre estuvo allí casi desde el principio. Se ocupaba del garaje. Mi padre falleció en los años 80 y entonces mi madre empezó a trabajar en las habitaciones de los padrinos de España, que es donde se alojan cuando vienen a conocer los proyectos de la fundación.
Por aquellos tiempos, ¿cuál era su ámbito de actuación?
Ahora uno de nuestros sectores principales es la educación, pero al principio se repartía básicamente comida, leche en polvo, trigo… Después llegaron los proyectos educativos que han adquirido gran importancia. En los 70, en los pueblos, iban al colegio tres o cuatro niños. Ahora el nivel de matriculados es del cien por cien.
¿Fue un trabajo arduo?
Costó mucho al principio, no querían. Decían que la educación era sólo para los ricos, y que sólo sirve para trabajar. A ellos no les sirve porque trabajan en los campos, para los terratenientes. Durante muchos años pensaron así.
¿Continúa además el problema de las castas?
En las ciudades las grandes castas pueden convivir bien, pero en los pueblos es más difícil. No están bien mezclados. Las castas bajas viven fuera de los pueblos, aunque eso está cambiando ahora, mentalmente y también a nivel legal. La educación se ha reconocido como un derecho. Nosotros vamos concienciando a la gente a través de los talleres o con obras de teatro.
¿Cuál es exactamente su función dentro del organismo?
Yo trabajo en el departamento de apadrinamiento, al año dos mil personas llegan desde España para conocer nuestros proyectos. También traducimos las cartas de nuestros padrinos. Al año llegamos a enviar 120 mil cartas traducidas. Me encargo de coordinar a las 55 personas que se encargan de esto.
¿Su conocimiento de nuestro idioma le permite viajar a menudo a España?
A partir de este trabajo una vez al año estoy en España, viajando por varias regiones, dando charlas y dando a conocer el trabajo de la fundación. Ahora he venido en un viaje que no estaba previsto, para acompañar a una compañera que está enferma. Pero normalmente entre octubre y noviembre hacemos campañas de sensibilización en las escuelas.
¿En qué situación de pobreza se encuentra Anantapur?
Anantapur es una de las zonas más deprimidas, el segundo lugar más desértico de la India, y ahora estamos entrando en nuevas zonas. El tema del agua es muy importante, especialmente el agua potable. Hemos hecho tres mil pantanos. Pero ahora, con la sequía, muchos campesinos se han quedado sin cosecha. No se recuerda una sequía así en Anantapur, desde hace ochenta años. Es la zona más árida después del Rajastán.
En los últimos tiempos han llegado muchas noticias acerca de violaciones grupales en la India. ¿tratan ustedes el tema?
Concienciamos contra la violencia de género a nivel de los pueblos con acción social, con la intervención de un grupo de dos mujeres y un hombre. Se reconocen en los pueblos los sufrimientos de las mujeres, trabajamos con los talleres, con los jóvenes del pueblo, enseñando que el respeto debe comenzar en casa, respetando a las hermanas, a la madre. Tenemos también proyectos diseñados para el tema de las viudas, y a la vez manejamos varios fondos del desarrollo para la mujer, especialmente con microcréditos. La fundación asigna un fondo al pueblo y los grupos piden prestados para diferentes negocios, como la cría de búfalos, vacas… Depende del interés que manifiesten. Todas las mujeres de los pueblos deben expresar primero los problemas y las soluciones que proponen, siempre estamos para ayudarlas.
¿Se camina hacia la igualdad?
Las mujeres también se han organizado. Si un hombre maltrata a una mujer, todas juntas van a hablar con él, y tienen su propio minibanco. Ahorran cada mes su dinero, y si tienen necesidad pueden utilizarlo. Así no tienen que utilizar al terrateniente para que les otorgue un préstamo, ya que muchas veces les engaña en estas operaciones. Además las casas ahora se ponen a nombre de la mujer para fomentar la igualdad.
¿También construyen casas?
Ellos de su parte tienen que buscar el terreno y nosotros las construimos. Cada año construimos cinco o seis mil casas, nunca paramos de edificar. En total trabajamos en seis ámbitos: educación, mujer, desarrollo, personas con discapacidad, viviendas, ecología y sanidad. La fundación tiene cinco hospitales y una escuela de enfermería. Tres millones de personas repartidas en 3.200 pueblos se benefician de nuestra Ong.