El director del Museu Nacional de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya (mNACTEC), Jaume Perarnau, presentó ayer el nuevo proyecto "Museu al carrer", puesto en marcha con el objetivo de "inventariar, georeferenciar, documentar y poner en valor el patrimonio de la sociedad industrial que se conserva en los pueblos y ciudades de Catalunya. Es un proyecto colaborativo, que se construye de forma progresiva gracias a la participación ciudadana."
De este modo, los impulsores del proyecto invitan a la ciudadanía a reunir "fotografías e información de los elementos identificativos y corporativos de la sociedad industrial que se encuentran en las calles y los paisajes de nuestro país", se explica.
Desde el mNACTEC han considerado que, si bien son elementos de "un importante valor testimonial de una época, muchos de estos elementos no están documentados, valorados ni protegidos, y algunos corren riesgo de desaparecer", se precisa.
La manera de materializar esta iniciativa ha sido la puesta en marcha de una web, mnactec.cat/museualcarrer, en la que se recogerán y al mismo tiempo se podrán visualizar las aportaciones de la ciudadanía.
La propuesta toma el nombre y la idea de una iniciativa que se desarrolló a lo largo de los años ochenta, de la mano del diseñador gráfico Enric Satué, presente también en la rueda de prensa. "Museu al carrer" fue el título de un libro que apareció de la mano de la Diputació de Barcelona en el año 1984 y que publicó junto al también diseñador Claret Serrahima. Ambos se "repartieron" el territiro para realizar las 465 ilustraciones que aparecían, pero los textos estuvieron firmados exclusivamente por Satué. En aquella época había "una situación crítica o de ‘estado de extinción’ de una serie de establecimientos comerciales que habían quedado fuera de combate, perdiendo su identidad." Los diseñadores valoraron que era "urgente registrar este patrimonio desde un punto de vista estético y simbólico", y lo hicieron reuniendo fundamentalmente "materiales basados en la rotulación comercial." Pese a que la distribución fue escasa, el libro se agotó pronto.
Dos años después, con Satué colaborando en el Diari de Barcelona, esta publicación decidió reeditar el libro en fascículos y, a la vez, convocar un concurso de fotografías para ampliar el catálogo.
La respuesta fue masiva: el diario recibió más de seis mil fotos, de entre las cuales se publicaron 114. Uno de los grandes incentivos fue la entrega de premios muy importantes, que oscilaron entre los 1.600 y los 500 euros.
El proyecto presentado ayer dará continuidad, treinta años después, a aquella idea, pero no rescatará el material publicado en aquella época. Satué admite que, de las más de cuatrocientas ilustraciones, "probablemente sólo queda el cinco por ciento." No en vano esta iniciativa se quiere centrar en el inventariado exclusivo de los materiales que, en este 2017, aún siguen en pie.
Paisajes ordinarios
Otro de los miembros del consejo asesor del "Museu al carrer" es Pere Sala, director del Observatori del Paisatge de Catalunya. La entidad, creada en 2005, se creó con el objetivo de aplicar el primer Convenio Europeo del Paisaje, datado en 2000, en Catalunya, con la que "impulsar políticas de paisaje" para defender "sus valores e importancia." Sala explica que "el concepto del que partimos es el punto del convenio que considera todo el territorio como paisaje, tanto el urbano, el rural como los paisajes ordinarios que forman parte de la vida cotidiana.
Dadas estas premisas los objetivos del Museu al Carrer entroncan perfectamente con los objetivos del Observatori, y son para Sala además "una vía muy potente de reconocimiento de los elementos de tu lugar, lo que genera autoestima."
Jaume Perarnau precisó además que el proyecto recoge, de entrada, cuatro ámbitos temáticos, en los que deben estar inscritos las fotografías enviadas. El primero de ellos es el "paisaje del transporte y las comunicaciones, centrado en el patrimonio de las carreteras catalanas y en los elementos del ferrocarril. El segundo es el "paisaje de la publicidad y la información", unos elementos que Perarnau considera como "consecuencia directa de la industrialización". El tercero es el "paisaje del comercio", especialmente centrada en tiendas, y el cuarto "el paisaje del ocio.".