El sábado, volvió a ser esa noche al año en que la percepción de la historia parece afinarse, y la posibilidad de ver el patrimonio con ausencia de la luz solar levanta los filtros que a veces nos impiden sentir y comprender los legados del pasado. Fue "La Nit dels Museus", organizada con motivo de su Día Internacional, que de nuevo llevó a muchos terrassenses a verlos y recorrerlos en esas horas fuera de lo habitual, y a disfrutar de las actividades que se organizaron.
La zona del Parc de Vallparadís registró un especial trajín de noctambulismo museístico. Un total de 192 personas visitaron, hasta medianoche, la Seu d’Ègara, donde se proyectaba contínuamente el audiovisual "Les pintures de la Seu Episcopal. Segles V al VIII". 72 lo hicieron de manera individual y setenta en visitas guiadas. Y otras cincuenta participando en el itinerario de una hora y media que incluía la visita comentada a las pinturas paleocristianas de la Seu d’Ègara y a la exposición "Teixits de la Vall del Nit (segles II-IX)", del Centre de Documentació i Museu Tèxtil. Las explicaciones de la primera estuvieron a cargo del director del Museu de Terrassa, Domènec Ferran.
Como "joya" del Día de los Museos de este año, la Seu d’Ègara exhibió los planos del proyecto de remodelación del recinto de las Esglésies de Sant Pere, que el arquitecto Josep Puig i Cadalfach realizó en abril de 1920. Permiten apreciar la importancia que le dio a la urbanización e integración del conjunto en el entorno inmediato (el torrente de Vallparadís) y la ciudad.
Tejidos del Nilo y de la Patum
El Centre de Documentació i Museu Tèxtil, por el que pasaron 178 personas, registró durante toda la noche un animado ambiente. Hubo momentos en que en sus espacios se estaban desarrollando cinco actividades simultáneas. En los espacios de la reserva, habitualmente no accesibles al público, el itinerario guiado "Secrets de Museu". En el taller de restauración, las visitas con explicaciones de la restauradora, Elisabet Cerdà. En la sala Espai Zero, una actuación de danza. En la exposición "Retalls de Museu", cuentos o acciones performativas sobre la misma. Y en la sala de la exposición "Teixits de la Vall del Nil", una representación teatral que acercaba a los presentes a esas piezas que formaban parte de la indumentaria y la ropa de casa de los coptos (los cristianos que habitan en territorio egipcio desde el siglo IV) de hace entre 1.100 y 1.800 años, y a la fascinante historia de su conservación y su llegada al Museu de Montserrat y el Museu Tèxtil de Terrassa (por primera vez se exhiben piezas de ambas instituciones) .
Estos tejidos han pervivido gracias a la cálida climatología de Egipto, y al hábito funerario de los coptos de enterrar los cuerpos vestidos. De Montserrat se presentan treinta piezas procedentes de la colección que Ramon Roca i Puig (Algerri, 1906-Montserrat, 2001), papirólogo, helenista y sacerdote, y personaje de vida deslumbrante, que debería ser más conocida, cedió a la abadía tras tratar la donación con Bonaventura Ubach, el célebre monje y viajero, autor de "Dietari d’un viatge per les regions de l’Iraq (1922-1923)" y "El Sinaí".
Al entrar en el taller de restauración (que a lo largo de la noche recibió nada menos que cinco grupos, cada uno con veinte visitantes), los ojos se te iban al vestido del Gegant Vell de la Patum de Berga, de 1958, que acaba de ser reparado en Terrassa. Pero sobre las mesas, en proceso de restauración, habían unas piezas más antiguas e impresionantes: un conjunto de 47 fragmentos de tejidos coptos de lino, con la decoración realizada en técnica de tapiz, procedentes del fondo de Josep Biosca, que dio origen al Museu Tèxtil. "Antes, los coleccionistas recortaban la parte decorativa. Aquí, alguien se dedicó a recortar los 47 dibujos para crear una pieza en forma de tabulae", nos explicó la restauradora, Elisabet Cerdà. (Ahora suena aberrante que alguien corte un tejido de 1.700 años de antiguedad.) En este caso, el proceso de restauración comienza con la extracción del tejido base sobre el que estaban enganchados los fragmentos. Uno de ellos ya estaba limpio, y podía apreciarse bien la diferencia con los 46 restantes.
En los museos textiles no solo se preocupan por las piezas de ropa. También por los maniquíes que las muestran, se descubría en el taller de restauración, que exhibió la reconstrucción de uno del año 1815 y otro de 1900, producto de un proyecto de Carmen Lucini. El estudio de los maniquíes "permite saber cómo ha evolucionado el cuerpo". ¿En 85 años el cuerpo evoluciona de manera visible? Ignorante que es uno, pensaba que se necesitaban miles y miles de años y en Atapuerca. Cerdà nos puntualizó que se refería al hecho de que "las señoras se ‘deformaban’ o se ‘mutilaban’ el cuerpo para ponerse estas prendas, y ir a la moda de entonces". La presión estética parece haber existido siempre, pues. "Si tienes la suerte de tener un maniquí de época, la ropa de esa época le va clavada, son esas mismas dimensiones." Apasionante historia, la de los maniquíes, sobre cuya evolución puede realizarse todo un estudio de historia y sociología del cuerpo, y del consumo y la identidad ligadas al mismo.
Cerdà también mostró y explicó una toalla de algodón y lino, con hilos entorchados y tripa, de los siglos XV-XVI. Forma parte de los fondos del propio museo, y ha sido restaurada porque marcha pronto en préstamo al monasterio de Pedralbes. Como "joya" del Día de los Museos, el Tèxtil exhibió un libro en ropa creado por la artista terrassense Roser López Monsò (1973-2004).
Da Vinci y paseos por el tejado
Pasaban las doce de la noche, y los pasillos de las exposiciones del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya registraban un fluido trasiego de visitantes. El mayor interés lo generaba la exposición de Leonardo da Vinci. Un total de 1.358 personas pasaron esa noche por el antiguo Vapor Aymerich. El espectáculo "Monòlegs científics" llenó el aforo (168 plazas), y los paseos por el tejado de la nave, que agotaron las entradas con días de antelación, llevaron dos grupos de cuarenta personas cada uno.