El más europeo de los estilos del jazz tiene hoy en día a discípulos aventajados que reproducen los dictados de sus creadores con una gran imaginación y un ánimo renovador. Así quedó patente el jueves en el Centre Cultural, con la reunión de cinco de los más relevantes representantes del género en la actualidad (además de un invitado especial afincado en Barcelona) que lograron aunar talento, técnica, dinamismo y creatividad, dejando boquiabierta a una audiencia que fue de nuevo testigo de lo muy alto que se sitúa el listón de la calidad en un festival como el de Terrassa.
Sin ignorar la alargada sombra de Django Reinhardt, este sexteto de ases llegados en su mayoría de Francia supieron ofrecer un concierto que mantuvo su intensidad a lo largo de dos horas, con variedad y movimiento, alternándose con agilidad los diferentes formatos y dando lugar a varios momentos cumbre; no en vano nos hallábamos ante intérpretes de primerísima línea.
El extraordinario acordeonista Ludovic Beier, en su primera actuación entre nosotros, dirigió con inteligencia este proyecto que tuvo como catalizador a su propio trío. Antonio Licusati y Philippe "Doudou" Cuillerier fueron los dos miembros inamovibles de esta experiencia, la base swing más balanceante sobre la que reposaron las interpretaciones de los solistas.
El concierto comenzó con el trío de Beier aupando al público con el swingueante tema "Late train". De inmediato sorprendieron con una irreconocible versión del "Every Breath You Take", de Police, en clave "manouche", para luego conseguir emocionar con la balada "Lately", interpretada por Beier con la botonera del acordeón y su propio soplido sustituyendo el fuelle de su instrumento.
La llegada del guitarrista Sébastien Giniaux aportó aún más genialidad, si cabe, a un concierto llamado a convertirse en uno de los mejores del festival en su actual edición. Con temas como el célebre estándar "Nuages" mostró una inventiva, dominio y creatividad sin igual.
El tercer solista en aparecer fue Costel Nitescu, con la muy conocida "After You’ve Gone" y sentando las bases de lo que vendría a ser el concierto a partir de entonces: una sucesión de instantes para el recuerdo, algunas veces con todos los músicos en el escenario, a los que se sumó el guitarrista mallorquín Biel Ballester. El músico logró cautivar a la audiencia no sólo con sus solos, sino siendo capaz de mantener un imaginativo diálogo a dúo con Giniaux. Para el final se reservó otro episodio sorprendente: la canción, con sorprendente "scat" incluido, de "Doudou", que añadió sus incomparables dotes vocales a su inequívoca condición como el guitarrista rítmico más reputado de Francia. El concierto fue en definitiva una fiesta con la "crême de la crême" del gypsy swing galo, que el público acogió con indisimulado júbilo.
