Tener un trabajo que implique un esfuerzo físico requiere seguir un tipo de alimentación diferente que si la tarea profesional es más de oficina. Igual que trabajar de noche implica una nutrición distinta que si la jornada laboral se desarrolla de día. Así lo indica un informe que ha llevado a cabo el Grupo NC Salud, que ha determinado cuál es la dieta idónea según la clase de empleo que uno tiene.
Para el más activo
Las personas que desempeñan trabajos que suponen un gran esfuerzo físico necesitan cubrir las demandas de energía de su organismo. En este sentido son trabajadores que deben incluir una cantidad elevada de hidratos de carbono en su alimentación, y que se pueden permitir consumir con más frecuencia aquellos hidratos que son de asimilación media-alta. Por ejemplo, las patatas o la pasta.
Los que, además, trabajan en espacios al aire libre y deben hacer frente a las inclemencias meteorológicas, al sol, al frío o a la lluvia, deberán ingerir los líquidos suficientes. Por ejemplo, agua, infusiones o caldos. También resultará imprescindible que tomen aquellos alimentos que contribuyan al buen estado de la piel, que tan castigada puede verse por el sol. Para ello, los carotenoides y la vitamina A son esenciales. Están en la calabaza, la zanahoria, la naranja, el boniato, los berros o las espinacas.
El "estático"
Cuando se pasan muchas horas delante del ordenador se corre el peligro de caer en la dulce tentación de querer ingerir "calorías vacías". Que, traducido, implica comer bollería industrial, café o bebidas azucaradas. Para evitarlo, el Grupo NC Salud recomienda que estos empleados opten por alimentos poco calóricos, pero que a la vez otorguen una sensación de saciedad. De esta manera, deben tomar arroz integral, panes que también sean integrales, o semillas. Asimismo, es importante que la ingesta en la merienda y la cena sea inferior que en el resto de las comidas.
El viajero
Comerciales, transportistas, azafatas de avión y mujeres de negocios. Son muchas las personas que pasan su día a día laboral entre billetes de tren de alta velocidad o pegados al volante. Según el mencionado estudio, los traslados frecuentes por motivos laborales pueden ocasionar ciertos trastornos en el organismo. Por ejemplo, estreñimiento. Además es habitual que el trabajador que viaja mucho siga una dieta poco equilibrada, dado que come fuera de casa con mucha frecuencia. ¿Qué debe hacer, pues, el empleado viajero? Buscar siempre las opciones integrales y los lugares donde se venda fruta fresca para consumirla como tentempié. Y a ser posible con la piel para aprovechar toda la fibra.
La papaya, la alcachofa, el espárrago y el calabacín son muy recomendables para regular el tránsito intestinal y alcanzar el confort digestivo. Tampoco debe faltar una botella de agua en el maleta, ya que beber con frecuencia alivia el mal del estreñimiento. Otro recurso básico para los trabajadores viajeros es comprar algún complemento natural bloqueador de calorías, que ayuda, precisamente, a que el cuerpo no absorba las calorías de más fruto de las comidas copiosas.
Por turnos
El empleado que esta semana trabaja de noche, la próxima de mañanas, y a la siguiente de tardes, sufre el cambio constante de rutina y ciclos del sueño. Es el caso, por ejemplo, de los médicos y las enfermeras, que a menudo deben abordar largas jornadas laborales.
Para favorecer el descanso y regular el sueño será bueno que recurran a alimentos con un alto contenido en triptófano, como las legumbres, los frutos secos, el plátano, la avena o la leche.
Trabajador y estudiante
Si se tiene esta doble ocupación, que supone pasar muchas horas de esfuerzo físico y mental, es bueno consumir alimentos que aporten omega 3 (pescado azul, nueces, lino), esenciales para el buen funcionamiento del sistema nervioso.
Las vitaminas del grupo B también previenen el cansancio y la fatiga. Las hay en las legumbres, los lácteos, los frutos secos y también en las espinacas, los cereales integrales y en muchas carnes.