La proximidad geográfica de la información ha hecho que desde sus inicios, a principios de los ochenta, TV3 haya sido una cadena de referencia para muchos catalanes al interesarse sobre qué ocurría en el cielo. La costumbre de ser fieles a un hombre o una mujer del tiempo ha provocado que algunos profesionales de la meteorología que han aparecido en la tele pública se hayan convertido en personajes populares. Con permiso del carismático Alfred Rodríguez Picó (que hoy tiene hasta su propia web, www.pico.cat), Tomàs Molina es el mejor ejemplo de “home del temps” creíble (aunque en cuestiones de lluvias, el cielo siempre tiene la última palabra), afamado, simpaticón y hasta parodiado, aunque muy a su pesar -tal y como él mismo declara-.
Molina, nacido y residente en Badalona, entró en TV3 muy joven, cuando apenas había superado los 20 años. Licenciado en Física, en la actualidad es el jefe de meteorología de Televisió de Catalunya. El comunicador ha sido un testigo de excepción de los cambios, sobre todo a nivel tecnológico, que ha habido en la tele al ofrecer la información del tiempo a los espectadores. Molina explica que nada tienen que ver los métodos que hoy usan con las formas muy rudimentarias en que los mapas aparecían en la pantalla décadas atrás.
“Todo el mundo que diga que le gusta ser imitado, miente como un bellaco”
Aunque Tomás Molina (Badalona, 1963) se encuentra estos días de vacaciones, logra sacar algo de tiempo para recordar cómo fueron sus inicios en TV3 y de qué manera ha cambiado la información meteorológica con los años. Para él, la televisión es su rutina favorita.
¿Cómo entró en la tele?
Yo estaba en la facultad, estudiando Física, cuando me entere de que en TV3 organizaban unas pruebas porque buscaban a un hombre del tiempo. No tenía la idea de presentarme, pero mis compañeros me animaron porque sabían que entonces hacía algo de teatro, y me vieron con posibilidades. Me ficharon y aquí estoy.
¿Recuerda qué sensación tuvo cuando se puso ante la cámara por primera vez?
Me acuerdo de que unos días antes fui de visita al plató del Telenotícies. Nada más de entrar allí, de ver a Salvador Alsius, que entonces era la cara de los informativos, me empezaron a sudar las manos como en mi vida. Y de mi primer directo sólo recuerdo que el corazón me iba a un ritmo muy distinto al de mis piernas.
En estos años, ¿ha encontrado cuál es la clave para conectar con los espectadores?
Pienso que se trata de ser tu mismo, pero a la vez debes interpretar un papel. En este sentido, para mí hubo un antes y un después tras la visita que hice, años atrás, a la sede de la BBC en Londres. Allí pude ver cómo trabajaba la presentadora del tiempo de la cadena, de qué forma era capaz de cambiar de actitud cuando se encendía el piloto rojo de la cámara, cómo de repente sonreía, actuaba. Desde entonces comencé a interpretarme a mí mismo.
¿Ha evolucionado mucho la manera de dar el tiempo en televisión?
Muchísimo. En especial, a nivel tecnológico. Cuando yo entré en TV3 justo empezaban a dejarse de elaborar los mapas en papel. ¡Eso quiere decir que los soles y las nubes que aparecían en la pantalla, que veía la audiencia, se pegaban directamente sobre un cartón! ¡Y pensar qué ahora, en la sección del tiempo, trabajamos con escenarios virtuales y la realidad aumentada! Todo es muy diferente.
Con 27 años haciendo televisión, le habrán ocurrido muchas anécdotas.
No tengo buena memoria para las anécdotas, la verdad. La mayoría de sucesos graciosos que me han pasado han tenido que ver con que los hombres del tiempo no leemos aquello que decimos. Entonces, en un momento dado, te indican que debes dejar de hablar en quince segundos, por ejemplo. Y te las has de ingeniar para hacerlo. No siempre es fácil.
¿Ha tenido alguna oferta para irse a trabajar a las televisiones estatales?
Cuando empezó Canal+ hubo algo en este sentido, aunque pronto lo descarté. Hay que decir que la mayoría de los hombres y las mujeres del tiempo que presentan en las cadenas españolas han pasado antes por TV3. En Catalunya siempre ha habido interés científico por la meteorología.
¿Qué tal se lleva con su “alter ego” de “Polònia”, el “mini” Molina?
¡Me desagrada mucho! Todo el mundo que diga que le gusta ser imitado, miente como un bellaco. Llevan ya muchas temporadas con el tema, ¡así que a ver si se hartan de una vez! Aunque, bueno, tampoco me enfado con ello. Es una parodia, al fin y al cabo. La televisión se ha convertido en mi rutina diaria, así que hay que cargar con los efectos colaterales que ello implica.