Una señora se acerca a las instalaciones del CAADC (centro de atención a animales domésticos de Terrassa) y pide que le den en adopción al perro más viejo que haya en las jaulas. Lo acompaña hasta la muerte, regalándole unos últimos meses bonitos, y repite la misma operación varias veces.
En el mundo del "comprar-tirar-comprar", en una sociedad en la que es más barato adquirir un reloj nuevo que reparar el antiguo, muchas personas prefieren adoptar a un animal con su mochila de traumas y un físico delicado, que a un cachorrito precioso como el del anuncio de Scottex.
Las ciudades con protectoras de animales tienen las jaulas repletas de mascotas que en su día fueron desechadas por familias o personas, que en algún momento decidieron cuidarlas o "tenerlas", un verbo horrible cuando hablamos de seres vivos. Estos seres viven en silencio, cuidados por trabajadoras y trabajadores, con el apoyo del voluntariado. No es suficiente.
Queremos que esas jaulas estén vacías, porque ningún ser merece vivir en una, y para ello vamos a facilitar la adopción y seguiremos aumentando la información sobre perros y gatos, pero es imprescindible que como sociedad nos sintamos en deuda con esos peludos que tanto nos cuidan y acompañan en la vida. Nos consolamos como sociedad diciéndonos que son peligrosos, que son viejos, que son muy mayores. Nos estamos engañando, de la misma manera en que a veces damos la espalda a la gente mayor porque nos da miedo el compromiso con alguien que nos necesita de verdad.
Es necesario que entendamos que las modas o los cánones de belleza son aspectos demasiado superficiales a la hora de valorar y compartir la vida con cualquier ser vivo. Cuando tenemos ganas de querer a alguien, cuando amamos a alguien, nos da igual su color, su edad, el tamaño de sus orejas o si es un golden retriever o un salchicha. Cuando queremos devolver a la naturaleza todo lo bonito que nos regala, preferimos adoptar a un animal abandonado y con sufrimiento a sus espaldas, para regalarle la alegría y la paz que el abandono y el rechazo le arrebataron.
La regidoría de Benestar Animal me ha brindado la oportunidad de conocer a muchísima gente que vibra con la felicidad de otros seres. Un altruismo que había conocido en parte en el mundo del activismo social, pero que es tan especial que te engancha y te ilusiona.
Gracias al colectivo animalista, Titi salió de su jaula años después, siendo ya mayor, siendo catalogado como "potencialmente peligroso". Fue el pasado fin de semana. Hoy tiene una nueva familia, va a la playa y sonríe en las fotos. Titi no es "mío" ni de nadie, pero su felicidad ha hecho muy feliz a muchísima gente, personas que han alcanzado un nivel de bondad tan alto, que son capaces de conectar con la felicidad de un animal que fue abandonado y ahora es querido.
Si tienes un impulso egoísta de tener un perro, mejor que sea de porcelana, de plástico o de peluche. Si quieres amar a un animal, si quieres compartir tu vida con él e intercambiar cosas tan bonitas como amor y protección, adóptalo.
* El autor es concejal de Benestar Animal del Ayuntamiento de Terrassa