El lunes tuvo lugar el último debate del ciclo “A Terrassa parlem de comerç”. También fue muy interesante desde diversos puntos de vista, porque se tocaron temas esenciales en torno a la planificación. Se habló de las denominadas Áreas de Promoción Económica Urbanas (APEU), que se conocen por el acrónimo BID en Europa, Estados Unidos y Canadá. Se trata de un viejo proyecto que estuvo encima de la mesa del Ayuntamiento terrassense a propuesta de Comerç Terrassa Centre hace ya algunos años. Incluso se realizaron visitas a países europeos para comprobar el tipo de gestión y el funcionamiento general de las mismas.
Se trata, de forma muy superficial, de crear entes de gestión en las áreas comerciales, como podría ser el centro de Terrassa, para llevar a cabo todo tipo de actividades promocionales y de dinamización mediante los recursos que se obtuvieran con las cuotas de los comercios que la integrasen. El proyecto terrassense se dio de bruces con la ley. El Ayuntamiento no puede imponer tasas a los comercios no reguladas legalmente. Esa tasa, que no podrían eludir los comercios no participativos, especialmente las grandes cadenas y algunas franquicias, no puede imponerse si no es por ley. Ese, aún siendo un problema de cierta gravedad para zonas comerciales como el centro o algunos ejes de los barrios, probablemente no sea el gran reto que afronta el comercio urbano. Los ayuntamientos, como dijo el teniente de alcalde Amadeu Aguado, necesitan de mayor autonomía para tomar decisiones en torno a la oferta comercial de sus municipios, pero sobre todo, deben saber exactamente que es lo que quieren para sus municipios. Ese y la forma de fortalecer la oferta de los pequeños empresarios es, con toda probabilidad, el gran reto del comercio, el modelo comercial de la ciudad en relación a sus peculiaridades y a las de las poblaciones de su entorno también.
Las grandes superficies, la venta de licencias, sobre la que también se advirtió en el debate, o el tratamiento de los grandes operadores en los ejes comerciales son temas a tener en cuenta. La CUP, por ejemplo, alertó sobre un eventual proyecto en los bajos del Mercat de la Independència. Se trata de un proyecto del que se hablaba durante el gobierno del alcalde Ballart. Aunque no se conoce el nombre del operador, se barajó la posibilidad de que fuese una conocida firma de comercio cultural y electrónico. Por ejemplo, la pregunta, en este caso, es: ¿cómo hay que percibir a este tipo de actores, como una amenaza o como herramientas de dinamización de áreas comerciales?