El Parc de Vallparadís se pone estos días en primera linea de la agenda política. Es bueno que así sea, porque es bueno que lo cuestionemos todo y, es verdad, no está de más darle una vuelta a lo que es y lo que ha sido, lo que es y lo que podría ser el Parc de Vallparadís. Terrassa en Comú y Ciudadanos coinciden, sin que sirva de precedente, en la necesidad de pensar sobre el parque con sendas propuestas que presentarán al pleno del jueves. Los documentos tienen perfiles diferentes, pero en el fondo hablan más o menos de lo mismos aunque con matices. Terrassa en Comú quiere llenar de contenido el parque en verano y aprovechar para recuperar la oficina técnica que lleve a cabo una gestión integral del parque. Ciudadanos, quiere reeditar el plan director después de casi veinte años de la inauguración del parque. En cualquier caso, se trata de hablar del parque.
Vallparadís se ha convertido en un símbolo para la ciudadanía. Nuestro "Central Park" no es ya para nosotros un lujo, sino una necesidad; lo hemos incorporado a nuestras vidas como si siempre hubiese estado ahí y es cierto que probablemente debamos pensar si todavía puede ser algo más que un lugar para el paseo, para acoger actividades puntuales o para ir a la piscina en verano. Seguramente, un equipamiento de esa magnitud debe dar para más.
Pero no debemos plantearnos la cuestión como un reproche. El parque ha sido lo que ha sido hasta ahora porque la ciudadanía así lo ha querido. Seguro que se pueden explorar posibilidades de mejora en su uso, en su proyección tanto interna como externa. En ese sentido, el Picnic Jazz se ha convertido con toda seguridad en el mayor "exportador" de Vallparadís.
Los parques urbanos hay que entenderlos como elementos indispensables de calidad de vida. Hay pocas ciudades que dispongan de un equipamiento como Vallparadís y vale la pena que intentemos exprimir el amplio abanico de posibilidades que nos ofrece y extender, en la medida de lo posible las conclusiones de la discusión al resto de parques urbanos y periurbanos de la ciudad; todos, dentro de sus dimensiones y posibilidades, están ahí como herramientas de salud pública, de interacción social, de proyección de la ciudad, de concienciación medioambiental de la ciudadanía o como medio para reducir la contaminación acústica; también como refugio de biodiversidad: Vallparadís y la Anella Verda son los principales exponentes.