Inodoros, incoloros e insípidos, así son los presupuestos municipales que el PSC ha podido aprobar para Terrassa con la ayuda de los partidos soberanistas; los comunes de TeC, ERC y PDeCAT.
Inodoros porque hay más de siete millones de euros embozados por factores legales y políticos que tienen que desatascarse en las próximas semanas. En ese sentido y, a diferencia del año pasado, los nubarrones que cubren los presupuestos generales del Estado es probable que se despejen este mismo invierno. Por tanto, y a nuestro modo de ver, hay un factor de oportunidad nada desdeñable que se hubiera podido aprovechar si se hubieran prorrogado los presupuestos de 2017 un mes más.
Incoloros porque son unos presupuestos de supervivencia tramitados por la única urgencia que tenía el señor alcalde de limpiar de papeles su camarote. No hay ni una sola propuesta de inversión, más allá de las respuestas a las necesidades sociales y educativas que ilusionen al conjunto de ciudadanos y ciudadanas de nuestra ciudad. Compartimos la necesidad de invertir en el parque de la República, la plaza de la Maurina o, evidentemente, la reparación de los taludes de la riera del Palau en la Ronda de Ponent; cuestiones que responden en exclusiva a demandas vecinales y a un desgraciado derrumbe. Esta sensación de que el barco va a la deriva es compartida por todos los grupos de la oposición, lo que pasa es que cada cual entiende a su manera cuál es la mejor manera de influir para atenuar esa sequía de ideas.
Insípidos porque en el ámbito presupuestario el PSC no es un partido de fiar, ya que llueve sobre mojado. Ciutadans hizo el pasado año el ejercicio de confiar en el equipo de gobierno y éste a 31 de diciembre de 2017 no había cumplido ninguno de sus compromisos con nuestro grupo, y nos consta que apenas con el resto de grupos que facilitaron la aprobación de los últimos presupuestos. Nosotros fuimos responsables a la hora de ofrecer nuestro apoyo y colaboración. Sin embargo, quien se ha mostrado irresponsable y nos ha colocado en 2018 en la misma posición de 2017 ha sido el PSC con su alcalde como mascarón de proa.
Lo único que parece que huele a humedad es la partida de un millón de euros para los costes de un conflictivo e ideologizado proceso de municipalización del agua capitaneado por un PSC que no lo llevaba en su programa electoral, que se negó a consultarlo a la ciudadanía después de prometerlo y del que sólo el 3,7% de los ciudadanos de Terrassa considera que el actual modelo de gestión supone un problema. Todo un frente de bajas presiones nos encontraremos a principios de 2019 con la puesta en marcha de la futura empresa municipal, a las puertas de unas elecciones y con un Consistorio cuya representatividad es más que discutible después de las elecciones del pasado 21 de diciembre; cuando el río suena agua lleva, señor Vega.
Ya lo dijimos, en 2017 no habría milagros, y no los ha habido. En 2018 se implantará la tercera línea de recogida de basuras que el PSC se comprometió con Ciutadans hace un año, 1,25 millones de euros para ayudar a solucionar los problemas reales de limpieza, y no imaginarios pasados por agua. Aunque no hemos apoyado los presupuestos de este año fiscalizaremos su aplicación y trataremos de mejorar su rumbo en la travesía al 2019.
* El autor es portavoz del grupo municipal de Ciutadans (C’s)