Opinió

Visión de pueblo

Quiero hacer llegar la opinión y las preocupaciones de los ciudadanos que viven (vivimos) en lo que llamamos la Catalunya rural. Y lo hago en Diari de Terrassa por mi larga vinculación con la ciudad, a través de sus alcaldes Manuel Royes y Pere Navarro, con los que me une una fuerte amistad, y por constantes visitas a una ciudad que ha llevado a cabo una de las mayores transformaciones en todos sus ámbitos y sectores, convirtiéndose en un modelo para otras muchas de Catalunya y España.

Lo hago, también, por la falta de visión "rural" de la mayoría de medios de comunicación del país, centrados en todo lo que pasa en sus ciudades, pero no en el inmenso territorio del interior de Catalunya. Lo haré con espíritu crítico, muy crítico respecto a las políticas de nuestro Govern y del gobierno central, no en vano estamos en uno de les períodos más preocupantes de nuestra historia.

Llevo treinta y ocho años en cargos municipales, doce de concejal de gobierno, por pacto con la otra candidatura ganadora, y veintiséis de alcalde. Así pues, puedo dar una imagen de las preocupaciones de un mundo "rural" que conozco muy bien, y al mismo tiempo una visión más general, fruto de mi paso por el Parlament de Catalunya (durante cuatro legislaturas) y por otros cargos institucionales y de partido.

Pues bien, el primer gran problema, cercano al drama, para el futuro del país, es constatar el despoblamiento general de todo el interior del país. La falta de políticas de reequilibrio y descentralización conlleva la marcha de generaciones enteras hacia los centros urbanos. Tenemos un país con una cabeza inmensa, formada por Barcelona y toda su área de influencia, Terrassa incluida, unos brazos alargados en la zona costera, hacia el norte y el sur, y un inmenso territorio despoblado y en vías de convertirse en un desierto humano. No exagero.

Catalunya tiene 947 municipios, de los cuales 482 tienen menos de 1.000 habitantes. Éste es un límite esencial para mantener determinados servicios, pero la crisis y la falta de políticas de reequilibrio están produciendo efectos catastróficos en la existencia de servicios realmente básicos y esenciales. En menos de dos años, la totalidad han perdido la única oficina bancaria existente, de forma que tienen que ir a la capital para tramitar cualquier tema financiero. Y en muchos de ellos ni tan sólo han dejado un cajero automático para poder disponer de dinero en efectivo. El desencadenante fue la crisis de las cajas de ahorros, las cuales se pusieron de acuerdo para cerrarlo todo, antes de pasar a manos bancarias. El Govern nada hizo para salvar un servicio realmente esencial en pueblos donde hay mayoría de personas mayores con dificultades para operar con medios electrónicos o para desplazarse a la capital.

Y ahora mismo hay docenas de escuelas de primaria abocadas al cierre por falta de alumnos. Después de mucho insistir, hemos conseguido, pagando nosotros, que la Generalitat permita abrir ciclos infantiles en las escuelas. Una vía esencial para garantizar la continuidad de las escuelas a través de acoger usuarios de 1 a 3 años. Pero, repito, pagando los ayuntamientos sin ninguna ayuda de la Generalitat.

Así vivimos y así estamos de abandonados, como iremos viendo en próximos capítulos de nuestra colaboración. A muchos les parecerá poco preocupante la desertización humana de la mayor parte del país, pero sin población el "rerepaís" queda desprotegido y descuidado, precisamente cuando representa la vía de escape y relajación de centenares de miles de ciudadanos de las ciudades. En Catalunya se ha hablado mucho de descentralización y reequilibrio, pero se ha hecho muy poco. Y doy un dato para terminar. Hay cerca de 600 municipios que están perdiendo población, a día de hoy. Si no se para este flujo, el desequilibrio será permanente e irreversible. En próximos episodios veremos causas y alternativas.

El autor es alcalde de Borredà (Berguedà)

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