Los rankings siempre tienen algo de injusto por cuanto los detalles pueden introducir matices que relativicen la clasificación. El hecho de que Terrassa esté a la cabeza de las ciudades de su categoría en cuanto a desahucios, además de ser de dudoso honor, tiene una explicación. Terrassa fue durante años la ciudad de Catalunya donde más se construía en números absolutos, sólo por detrás de Barcelona y superaba a la capital catalana en números relativos. El boom de la construcción en la ciudad fue directamente proporcional a las consecuencias de la explosión de la burbuja inmobiliaria. Por tanto, las posibilidades de sufrir en mayor medida los efectos de las ejecuciones hipotecarias tiene una relación directa al número de operaciones que se llevaron a cabo.
En cualquier caso, sea cual sea el puesto que ocupe la ciudad en un frío ranking, las cifras deben servirnos para tomar conciencia de la magnitud del problema, de la cantidad de familias que desde que se inició la crisis económica se ha visto expulsada del sistema como consecuencia de la imposibilidad de hacer frente a sus obligaciones como compradores de vivienda, algunos de los cuales no sólo perdieron su casa, sino que seguirán endeudados probablemente de por vida.
Las cifras que publicamos hoy al respecto ponen también de manifiesto que el drama de los desahucios no sólo se centra en las viviendas de propiedad, sino también en los alquileres. Los arrendatarios que no pueden pagar la renta se ven abocados de la misma forma a un procedimiento de desahucio en el que se enfrenta dos realidades, el derecho a la vivienda y el del propietario a cobrar su renta, muchas veces personas que complementan sus salarios o pensiones con un pequeño alquiler.
Este tipo de actuaciones judiciales también va en aumento y no es extraño encontrar a personas que han sido desahuciadas como consecuencia de un procedimiento hipotecario y que imposibilitadas de volver al mercado de trabajo, se han encontrado también en la calle por no poder pagar el alquiler. El fenómeno de las ocupaciones en Terrassa es una consecuencia directa de esta situación en la que personas desahuciadas, literal y económicamente, no tienen más remedio que dar la patada en la puerta y meterse en pisos de los bancos o someterse a las mafias que realizan el trabajo y proporcionan unas llaves a cambio de una cantidad o incluso un alquiler.