Los mossos de esquadra protagonizaron el miércoles un episodio sorprendente con un grupo de periodistas. Realizaron un listado de los informadores que estaban cubriendo un registro en una conocida joyería barcelonesa, les hicieron fotos de sus carnets de identidad y tomaron nota de sus números de teléfono. La acción se enmarca, parece ser, en una investigación del departamento de asuntos internos del cuerpo que pretende acabar con la filtración de noticias a los medios. y no contentos con eso, entregaron el resultado de su “investigación” a la jueza que dirige la instrucción del asunto que concitó la atención de los medios (mafias chinas en Barcelona); una información que por otra parte la jueza no pidió en ningún momento, como se ha hecho saber desde el propio juzgado.
Fuentes de la conselleria afirmaron que se habían hecho llegar las disculpas al colegio de periodistas, reconociendo que la intervención no había sido “correcta” y que no iba contra los periodisas, sino contra los propios mossos que filtran la información y que se pretendía realizar comprobaciones de posibles comunicaciones telefónicas. Es una buena manera de difinir una acción absolutamente arbitraria e intolerable que atenta contra la esencia misma de la libertad personal y profesional. Los mossos d’esquadra no pueden realizar ese tipo de actuaciones sin comprometer seriamente no sólo la libertad, sino la seguridad jurídica de las pesonas, en este caso por su condición de profesionales de la información. Estamos criticando desde Catalunya con toda la razón la arbitrariedad y el retroceso en los derechos que significa la denominada “Ley Mordaza” y nuestros cuerpos policiales son capaces de realizar actos como el del martes con un grupo de profesionales durante el desempeño de sus funciones en un caso flagrante de abuso de autoridad.
Esperemos que los mossos, que ya mantienen una seria controversia con los abogados por negarse incomprensible y también aritrariamente a facilitar, como dice la ley, los atestados para la correcta asistencia de los detenidos, no inicien ahora una cruzada contra los periodistas porque se dedican a informar.
En cualquier caso, puestos a disculparse, lo correcto hubiese sido que en vez de dirigirse al Col·legi de Periodistes lo hiciesen personalmente a cada uno de los que fueron objeto del atropello. Lo tenían muy fácil porque fotografiaron sus carnets de identidad y anotaron sus teléfonos móviles.