La Generalitat ha solicitado al ministerio de Fomento que sea el territorio quien decida cuál debe ser el recorrido del IV Cinturó entre Terrassa y Granollers ante la licitación de la redacción del proyecto que por sorpresa llevó a cabo el ministerio el pasado fin de semana. La petición de la conselleria que dirige el terrassense Josep Rull tiene una gran lógica formal; es sin duda quien debe beneficiarse o sufrir la infraestructura quien debería tener la posibilidad de decidir en qué forma y por dónde debe transcurrir la vía. Sólo hay un pequeño problema y es que ya se puso de acuerdo el territorio en su momento, se determinaron trazados y el retraso llevó incluso a la caducidad del informe de impacto medioambiental: Si con coincidencia de intereses pasó lo que pasó, qué no pasará ahora que no existe ese consenso en el territorio sobre esa infraestructura.
Recordemos que pese al acuerdo alcanzado entre los ayuntamientos de Terrassa y Sabadell el 22 de noviembre de 2013, el nuevo consistorio sabadellense ha mostrado su disconformidad con la continuidad del IV Cinturó, dejando a Terrassa aislada en la reivindicación de que la vía debe continuar hacia el Vallès Oriental como estaba previsto en un principio. A Sabadell no le interesa y Granollers mantiene una actitud tibia con respecto al IV Cinturó puesto que, aunque es poco probable que se oponga frontalmente, tampoco parece que su alcalde tome una posición activa para que la obra se lleve a cabo al no considerar que sea una apuesta esencialmente estratégica para su ciudad.
El caso de Sabadell es todavía más claro. Una vez construida su ronda (esa sí que es una ronda) que permite una fácil incorporación desde prácticamente toda la ciudad a la C-58, tendrá fácil acceso al IV Cinturó si se lleva a cabo la conexión de ambas vías en el área de Viladecavalls por lo que considera innecesaria la continuidad desde Terrassa hacia su término municipal.
La Generalitat, con toda la buena voluntad y con la reivindicación natural de que las decisiones del territorio se tomen en el propio territorio, puede provocar un nuevo caos en torno a una infraestructura que, ahora más que nunca es necesaria para la ciudad. Al margen de que se pueda estar a favor o en contra del IV Cinturó, lo que no tiene sentido es dejar esa infraestructura a medio hacer, porque lo que podía ser beneficioso se puede convertir en tremendamente perjudicial.