El plan de movilidad de Terrassa es esencialmente ambicioso, lo cual no quiere decir que no sea bueno o que sea irrealizable, sino simplemente ambicioso, incluso osado. Pretender cambiar los hábitos de la población en cinco años es ciertamente un desafío, pero si se cree en la bondad de la planificación, eso no debe ser un impedimento para llevarlo a la práctica.
El plan pretende acelerar la tendencia que ya se ha detectado de que dejemos el coche en casa y utilicemos el transporte público, la bicicleta o simplemente el paseo para nuestros desplazamientos. Con respecto al descenso en la utilización del coche habrá que ver si cuando se produzca de verdad la recuperación económica no se desanda el camino realizado. Es decir, habría que ver qué porcentaje de esa disminución corresponde a que el aumento del desempleo ha hecho inútil la utilización diaria del coche o bien es que existe una clara conciencia entre los terrassenses de que debemos ser más sostenibles en nuestros desplazamientos.
En cualquier caso, lo interesante del plan es cómo se pretende conseguir su objetivo de reducir un 12 por ciento el tráfico rodado en la ciudad en el plazo de cinco años. Al conocer el plan, tomamos conciencia de que la ciudad afronta diversos retos de cierta importancia. Entre ellos podríamos destacar el de la comunicación entre barrios, con barreras naturales como son las rieras e incluso las propias avenidas; otro podría ser el eje norte-sur, con hábitos sumamente arraigados por una cuestión en esencia vial y otro también complicado que es el de la adecuación del servicio de autobuses a la realidad de la movilidad terrassense.
En cualquier caso, es especialmente interesante la reflexión que realiza el documento sobre devolver la ciudad al ciudadano, recuperar el espacio público para las personas. Según consta, sólo el 34 por ciento de la ciudad está destinada a la movilidad a pie cuando más del 60 por ciento de los desplazamientos se realizan de ese modo. Es decir, que no sólo se trata de una cuestión puramente técnica, sino que estamos hablando de un modelo de ciudad y quizás ese documento podría estar enmarcado en otro más global que defina también otras cuestiones.
No estaría de más, por otra parte, que al hablar de movilidad se tuviera en cuenta qué va a ser del IV Cinturó y si va a continuar hacia Sabadell o no. Si acaba en el Pla del Bonaire y el tráfico que genere utiliza la avenida del Vallès para entrar y dejar la ciudad, tenemos un problema.