En el último pleno municipal se aprobó la adhesión del Ayuntamiento de Terrassa a la Associació de Municipis per la Independència (AMI), gracias a los calculados votos de siete de los nueve concejales del PSC y contando con la indefinible abstención de Terrassa en Comú (TeC).
Los que facilitaron que los partidos independentistas colocaran a nuestra ciudad en el mapa del separatismo asumieron los estatutos de la AMI, y eso ¿qué consecuencias tiene? Primero, aceptar que Catalunya es una colonia de España, realizar un acto de fe por el que Catalunya es un territorio oprimido donde no hay libertades y la gente vive esclavizada por un imperio represor. Es evidente que, a pesar de la crisis, Catalunya es una de las comunidades más ricas de España con amplias competencias políticas que ya quisieran para sí los “länder” alemanes o los estados norteamericanos. Segundo, aceptar que las leyes democráticas pueden ser consideradas injustas y por tanto se legitima el derecho a violarlas en caso de no estar en línea con los intereses rupturistas. Tercero, asumir un lenguaje despectivo hacia lo español caracterizándolo de antidemócrata, represor, autoritario, excluyente, inquisidor, belicoso, imperialista y gandul; refractario a la ciencia, las artes y el pensamiento. Cuarto, dar validez al “España nos roba”, como si a Catalunya la hubieran empobrecido deliberadamente, dando por bueno el trile que se hace con los datos fiscales y ocultando que el consolidado económico incluyendo el comercio sitúa Catalunya a la cabeza en recursos volviendo a confirmar el alto nivel de renta. Quinto, España agrede a la lengua catalana, obviando el proceso de normalización realizado desde la transición y ocultando que Catalunya es el único territorio en el mundo donde habiendo más de una lengua oficial se impone una sola en la escuela y en las instituciones. Sexto, admitir que las Naciones Unidas amparan el derecho de autodeterminación para Catalunya engañando deliberadamente a los ciudadanos, la ONU adoptó resoluciones favorables a la autodeterminación de los pueblos en los procesos de descolonización del siglo XX. Séptimo, en Terrassa veremos carteles anunciando la adhesión, se destinará dinero de todos para sufragarlo y veremos esteladas en espacios públicos. Octavo, adherirse a la AMI supone adoptar un papel activo para trabajar para que Catalunya sea un estado independiente utilizando cualquier medio. La propuesta de resolución que presentó el tripartito separatista local (ERC-CDC-CUP) tenía truco, se establecieron votaciones por separado de lo que eran realmente las premisas que llevan a la adhesión a la AMI por un lado y la conclusión que suponía la adhesión a la AMI directamente por otro. El PSC votó favorablemente la conclusión y negativamente las premisas, TeC hizo justo lo contrario salvo que fue incapaz de negarse a la adhesión. PSC y TeC en realidad votaron el mismo delirio: la adhesión explícita y/o implícita a la AMI reclamando un escenario de ruptura democrática a través de un proceso constituyente que escatime el derecho a decidir de todos los españoles, y reforzando el carácter plebiscitario del 27-S para ejercer inmediatamente después la soberanía en forma de república catalana independiente.
El PSC se traga sus principios en Terrassa exhibiendo estómago, engaña a su electorado y se entrega a los brazos de Convergència con tal de seguir “mandando”. TeC trata de votar sí y no a la vez en un ejercicio tacticista que tanto les gusta criticar a los demás; contentando su particular alianza de siglas que se muestran más soberanistas que sociales, pero tratando simultáneamente de no incomodar a un electorado poco entusiasta de aventuras rupturistas en lo emocional y con Europa en lo económico.