Cuando Jordi Ballart nació ya gobernaba Manuel Royes en Terrassa, el alcalde que el domingo, con la inteligencia que le ha caracterizado siempre, fabricó el momento para ser quien “designase” al ganador de las elecciones en 2015, levantando el brazo de su pupilo (¿o era Pere Navarro su pupilo?; en todo caso, éste ni estaba ni se le esperaba, porque la relaciones ya no son lo que eran). Así, Jordi Ballart ha vivido siempre en una ciudad gobernada por el PSC, y por él mismo en los últimos dos años y medio. Ese hecho es el que mueve a posicionarse al resto de partidos que han obtenido representación en el pleno a favor de un cambio en la alcaldía. El cambio ha sido el nexo de unión de izquierdas y derechas, de soberanistas y unionistas durante la campaña.
Ahora ese cambio es posible, pero necesita del acuerdo de cuatro formaciones. Ayer decíamos que el pacto es posible, pero improbable. Hoy no ha cambiado nada, pero la cuestión está en el aire. Se da por supuesto que TeC, ERC y CUP alcanzarían fácilmente un acuerdo para cambiar al titular de la alcaldía de Terrassa. Si eso fuese así, paradójicamente, la llave la tendría, precisamente, el mayor damnificado de estas elecciones, Convergència y Unió. Primero habrá que ver si las tres fuerzas fabrican un lugar de encuentro en el que se pueda incluir CiU y, sobre todo, en qué términos. La forma que Jordi Ballart tiene de desactivar el posible pacto a cuatro bandas es la de ofrecer un acuerdo a Convergència. Es decir, aún planteando un gobierno sociovergente en minoría, arrebatar los tres votos de CiU ofreciendo una tenencia de alcaldía a Miquel Sàmper en algún ámbito de su interés, como podría ser el de Promoción Económica. De esa manera, TeC, ERC y CUP, en el supuesto de estar dispuestos al pacto, no sumarían y en la segunda vuelta de la votación, Ballart sería investido alcalde como cabeza de la lista más votada. La decisión, sea la que sea, será sumamente complicada para Convergència, que la deberá tomar, al tiempo que digiere unos resultados nefastos y que no se esperaban en la coalición.
Los partidos tienen así tres semanas para establecer sus posiciones. Las conversaciones han comenzado, de hecho comenzaron antes de la campaña, y el próximo 13 de junio, día en que debe constituirse el nuevo Ayuntamiento, debe haber, o no, un acuerdo encima de la mesa. No olvidemos, no obstante, los votos de Ciutadans y PP. También decíamos ayer que no hay ningún partido irrelevante.