El patrimonio industrial catalán, uno de los más relevantes de Europa, ya dispone de una relación de los 150 elementos “imprescindibles”, seleccionados “por su alto interés histórico, estético y testimonial”, y entre ellos figuran dos de terrassenses: el Vapor Aymerich, Amat i Jover, sede del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Barcelona (mNACTEC) y la chimenea de la antigua Bòbila Almirall, en la plaza de l’Assemblea de Catalunya. La lista se dió a conocer ayer, en la Antiga Fàbrica Estrella Damm de Barcelona, en el acto de presentación del “Mapa del patrimoni industrial a Catalunya”, un portal web interactivo que el mNACTEC y la Generalitat han creado para “facilitar el acceso y el conocimiento de los ciudadanos” a esos 150 elementos.
La web es accesible desde la del mNACTEC, o en su dirección particular (www.mnactec.cat/150elements), y permite búsquedas por palabras clave, comarca o localidad y tipo de actividad industrial. Cada elemento cuenta con una página propia en la que se incluye un artículo informativo con su historia y características, una fotografía, una ficha con sus datos básicos, su localización en el mapa, una “curiosidad”, horario en que puede ser visitado y otras informaciones de interés. Del Vapor Aymerich, obra del arquitecto Lluís Muncunill, construido en 1907-1908, se destaca su cubierta modernista en vuelta catalana. De la antigua chimena de la Bòbila Almirall, erigida en 1958, la escala helicoidal exterior, y la “singularidad de la altura y la esbeltez”.
La comarca del Vallès Occidental cuenta con otros cuatro elementos de patrimonio industrial, en esta lista de los 150 imprescindibles. Tres de ellos están localizados en Sabadell (Torre de l’Aigua, Vapor Buxeda Vell, Molí d’en Mornau) y uno en Montcada i Reixac (Central de Bombeig del Besòs).
Una labor iniciada en 1994
El listado es fruto del trabajo desarrollado conjuntamente, durante cuatro años, por el equipo del mNACTEC, la comisión de directores de su sistema territorial, la Associació del Museu de la Ciència i de la Tècnica i d’Arqueologia Industrial de Catalunya (Amctaiac) y diferentes profesionales y particulares. Se trata de la continuación de la labor iniciada en 1994, con la publicación de una lista de los 75 elementos del patrimonio industrial de Catalunya. Tal iniciativa venía motivada por tres líneas de acción distintas: la divulgación y la conscienciación; la elaboración de un inventario , y la selección de sus mejores elementos para ofrecerles reconocimiento y protección legal.
Posteriormente se vió la necesidad de ampliar la lista a cien (algunos elementos relevantes no habían sido incluidos), La revisión fue aprobada en las Jornades d’Arqueologia Industrial de Catalunya, en 1997. En 2010 volvió a surgir la necesidad de actualizar la relación.
Los criterios de selección han tenido en cuenta los ámbitos temáticos (recoger como mínimo un ejemplo de todas las áreas en las que la industrialización tuvo un papel destacado); la diversidad geográfica; su condición testimonial en cuanto a la industria, la historia, la sociedad y la arquitectura; sus valores paisajísticos y territoriales, y estéticos y artísticos, y su autenticidad. En función de este último concepto se ha considerado prioritario “que el elemento conserve la mayor parte de sus componentes arquitectónicos y/o tecnológicos, y que la configuración y la estructura hayan sido poco alterados, modificados o deteriorados”.
Molinos y telecomunicaciones
El conjunto incluye veintitres estructuras preindustriales, entendidas como tales molinos, fargas, pozos de hielo, hornos de calcio, salinas, manufacturas de indianas y “paraires” y curtidorías; 84 elementos propiamente de las industrias, de las de la madera y derivados, construcción, textil, agroalimentaria, tabaco, química, corcho, metalúrgica y del automóvil, minería, chimeneas y canales industriales, y 43 elementos de servicios de agua, gas y electricidad, mercados, patrimonio ferroviario y marítimo, obras públicas, telecomunicaciones y observatorios científicos.
El “Mapa del patrimonio industrial a Catalunya” señala que nuestro país fue “una de las primeras regiones europeas en iniciar, a finales del siglo XVIII, los procesos de cambio que permitieron la evolución desde una sociedad económicamente preindustrial a establecer nuevas e incipientes formas económicas y de producción plenamente industriales”. Ello generó la creación de una burguesía autóctona “plenamente identificada con este nuevo proceso de industrialización”, y también una forma de industrialización “infrecuentemente diversificada, tanto por la amplitud y variedad de los sectores productivos afectados como por la distribución geográfica por la mayoría del territorio catalán”. Esta diversificación determina el análisis y la situación de los restos físicos y materiales de los dviersos procesos de industrialización en Catalunya.