Estrés acumulado, malas posturas, poco ejercicio o incluso una deficiente hidratación o falta de aporte de minerales en la alimentación… Todo ello puede provocar un dolor molesto, casi siempre alojado en el cuello o la espalda que afecta a nuestra calidad de vida y puede limitar nuestras actividades y bienestar. Se trata de dolorosas alteraciones de nuestra musculatura conocidas como contracturas. Como su nombre indica, se trata de contracciones inapropiadas del músculo o parte de él como resultado de una brusca actividad. Es un acortamiento muscular que no permite el funcionamiento normal de los músculos, según definen los fisioterapeutas.
En las extremidades como brazos y piernas estas contracturas son menos frecuentes salvo en el ámbito del deporte como sucede en el caso de tenistas o futbolistas, según matizan desde el Col·legi de Fisioterapeutas de Catalunya.
¿Cómo prevenirlas?
Este tipo de trastornos musculares son muy comunes en los adultos y a veces pueden ser asintomáticos. El estrés o las tensiones del día a día pueden aumentar el tono muscular de la persona y producir dolor. Cuando aparece una contractura aparece una disminución de la fuerza muscular, no se puede estirar el músculo y con ello se pierde movilidad. La medicina convencional trata las contracturas con analgésicos para eliminar el dolor. Pero desde la consulta de un fisioterapeuta reciben un tratamiento más efectivo a través de masajes descontracturantes y técnicas como la fibrolisis instrumental o la compresión isquémica.
“Las contracturas mantenidas y sin tratar pueden llegar a provocar problemas de artrosis y degeneración articular además de cambios posturales que hacen que el cuerpo entre en un círculo vicioso muy perjudicial que mantiene la contractura y la empeora”, recuerdan desde el Col·legi de Fisioterapeutas.
Regularmente la espalda es la parte del cuerpo que más se ve afectada por una lesión y por la que las personas más consultan, pues se trata de la zona origen de otros movimientos. Estas son nuestras recomendaciones para evitar contracturas musculares en la espalda.
►Incluir la higiene postural. Esto supone realizar cambios en la postura cada cierto tiempo y evitar así las posturas mantenidas.
►Realizar estiramientos cada dos horas durante unos dos o tres minutos. Estos ejercicios deben ser suaves, prolongados y progresivos. Hay que evitar los estiramientos musculares rápidos y los movimientos elásticos que se producen al forzar demasiado el músculo (estiramientos con rebote) ya que podrían producirse contracturas y roturas microfibrilares.
►Mantener una ingesta de agua adecuada. La deshidratación aumenta la probabilidad de calambres. Hay que beber agua a lo largo de todo el día y no tomarla toda de golpe o sólo durante las comidas.
►Dieta equilibrada. Dentro de una alimentación variada no hay que eliminar por completo la sal ya que es necesaria para la contracción muscular y su ausencia lleva a la aparición de calambres.
►Evitar las situaciones de estrés dentro de lo posible y cumplir con las horas necesarias de sueño.
►No sobrecargar nuestro cuerpo ni someterlo bruscamente a una actividad intensa. Levantar de forma correcta un peso.
Una vez que aparecen, la fisioterapia nos ayudará a descontracturarnos con masajes, movilizaciones y estiramientos. Acudir al fisioterapeuta de manera preventiva, contribuye a mantener la musculatura y articulaciones a punto .