El descanso estival es una época del año en la que todas las familias disfrutan del tiempo libre, sobre todo los más pequeños, y conviene prevenir accidentes traumatológicos como las torceduras, las luxaciones, las fracturas de huesos o los traumas en la cabeza; circunstancias que pueden amargar, y mucho, las vacaciones.
La traumatóloga Marta Guillén Vicente, especialista de la Clínica Cemtro de Madrid, recuerda algunos de los accidentes más habituales que sufren los niños en verano. Unos riesgos que aumentan cuando juegan sin advertir los peligros de los resbalones, las caídas y los golpes en las piscinas o al montar en patines y bicicletas sin casco, ni coderas, ni rodilleras.
“Los niños casi nunca ven el peligro, ya que la prudencia todavía no está lo suficientemente desarrollada en su cerebro”, explica la doctora. “Por ejemplo, una adolescente se puede herir gravemente en un dedo, incluso sufrir una amputación, cuando su anillo se engancha en cualquier saliente del tiovivo o del carricoche de feria en un parque de atracciones”, señala.
Y en verano se juntan el hambre con las ganas de comer. “Coincide que la diversión se celebra a diario en los espacios húmedos, como las piscinas, la playa o los ríos, centros neurálgicos del ocio donde se generan accidentes debido a su naturaleza acuática. Aquí las lesiones son habituales, sobre por golpes en los brazos y en las piernas”, apunta. Cierto tipo de calzado, como el modelo escarpín, ayuda a que los niños se resbalen menos, cualidad que agradecen los padres, ya que no les da tiempo a evitar este tipo de sobresaltos.
Zambullirse de cabeza en el agua es lo normal y entonces… ¡zas!, testarazo con los azulejos del fondo o con una piedra… y hematoma intracraneal, lo que obliga a realizar pruebas diagnósticas con urgencia y guardar reposo preventivo, cuando no practicar cirugía en los casos más graves, describe.
“La primera vez que un niño se tira de cabeza debe hacerlo de pie y cuando se haya acostumbrado a la profundidad podrá hacerlo de cabeza, aunque nunca en una zona donde pueda llegar a tocar el fondo con el cuerpo”, aconseja la doctora Guillén.
En cambio, las consecuencias de un ahogamiento son irreparables. “Si en algo debemos poner nuestra máxima atención es en evitar los terroríficos ahogamientos, ya sea en la playa o en las piscinas, sobre todo en las privadas, ya que están en juego sus propias vidas”, alerta a los padres la doctora.
Las caídas de las bicicletas, los traspiés con los patines o los encontronazos en sus juegos, conllevan accidentes leves y graves. Las consecuencias de los daños se reparan con vendajes, escayolas o cirugías que, cuanto menos, les impedirán disfrutar del agua durante seis u ocho semanas, describe la doctora. “Las fracturas a nivel de los dedos requieren, muchas veces, reducciones quirúrgicas o la colocación de agujas. En las muñecas la solución suele ser ortopédica, a diferencia de los antebrazos, donde priman las escayolas. En el codo son frecuentes las luxaciones, magulladuras que pueden alterar sus habilidades futuras”, comenta.
En el tren inferior, pies y piernas, son frecuentes los esguinces, ya que los niños corren en verano sin el calzado adecuado, deportivas. “Suelen usar las típicas chanclas que no sujetan los tobillos. Como medida preventiva, podrían tonificar esta articulación durante diez minutos al día para calentar la zona y aminorar así los riesgos de torceduras”, propone la traumatóloga.
Cuando utilizan los patines, algo que les encanta en verano, “olvidan el casco y los protectores”. La velocidad hace el resto… y las fracturas son elocuentes tanto en los miembros superiores como en los miembros inferiores, concluye.