Las finales suelen decidirse por pequeños detalles, errores puntuales, momentos de inexcusable desconexión. Eso le sucedió al Atlètic el domingo ante el Polo en Madrid. No tuvo el día. Se despistó un par de veces y convirtió en un 0 a 2 lo que debía ser un empate o una mínima derrota. Y a partir de entonces tocó remar. Mucho.
El conjunto de Xero Gasol lo hizo, pero en ningún momento se sintió cómodo sobre el campo. Ese intangible que nada tiene que ver con el estado físico, técnico y táctico sino con otra cosa, parecía favorecer el domingo a un Polo que disputaba su séptima final consecutiva y quería levantar su quinto trofeo, el trigésimo de su historia.
Ambos conjuntos saltaron al campo conocedores de que cualquiera podía levantar el trofeo, pero el Polo era ligeramente favorito por la calidad individual de sus jugadores, o por tener más jugadores de los que marcan las diferencias. Y lo acabaron haciendo dos hombres: el central Matías Rey y el delantero Xavi Lleonart. El argentino, siempre bien colocado, fue un auténtico baluarte atrás para un Polo que, consciente del esfuerzo invertido en eliminar al Egara el día anterior, no podía plantear un partido físico, abierto. Acertó su técnico, el gallego Carlos García Cuenca en apostar por un duelo defensivo, lento.
Contragolpes
Tenían clarísimo los barceloneses que no debían desnudarse jamás atrás y esperaban agazapados para robar la bola lo más rápido que pudieran para que jugadores como David Alegre, Roc Oliva y sobre todo Xavi Lleonart apuntaran a la portería defendida por Marc Calzada. Pero si la estrategia era darle la bola al Atlètic, la falta de precisión de los de Xero Gasol en la circulación facilitó el trabajo. La presión ejercida por los barceloneses restó capacidad de intervención ofensiva a un Atlètic que apostó por la única forma en la que sabe jugar, o por la única forma en que debe y quiere jugar: mover la bola, darle muchísima intensidad al juego y buscar la portería rival con tanta verticalidad como sea posible.
Pero si bien eso le había funcionado a la perfección tanto en los cuartos de final ante el Júnior como en la semifinal frente al Jolaseta, en la final el Polo supo frenarle. Le impidió jugar como acostumbra y le incomodó terriblemente. Eso afectó a su juego, pero también a la mentalidad de un equipo que se sabía capaz de marcar en cualquier momento pero que veía también como pasaban los minutos y seguía por debajo en el marcador.
El primer cuarto ofreció muy pocas ocasiones de gol. Marc Reyné lo probó por la derecha y a renglón seguido Santi Ibáñez casi remató un pase de Jan Malgosa. Tras un remate alto de Javi Cabot, Marc Boltó provocó el primero de los dos únicos penaltis de que dispondría el Atlètic. Lo lanzó Pol Parrilla, pero Mario Fernández repelió el tiro con su guarda izquierda. En esa faceta, la de los penaltis-córner, residió otra de las claves de la derrota egarense. Si el Atlètic falló los dos que tuvo, el Polo marcó en dos de los tres que logró forzar.
El marcador no se movió hasta el minuto 23, cuando un disparo de revés desde la izquierda de Àlex Reyné fue cazado en el aire por el joven Guillermo Fortuño para anotar el 0 a 1 para el Polo. El gol le hizo mucho daño a un Atlètic que no quería verse obligado a remontar.
Actores secundarios
Y sin tiempo para que los de Can Salas se serenaran, el Polo provocó su primer penalti. Calzada lo detuvo y en la acción posterior lanzó la bola involuntariamente a córner. Los colegiados le sancionaron con un penalti que lanzó Roc Oliva. Continuó la jugada y Marc Reyné la cazó para establecer un 0 a 2 que cayó como una losa sobre el Atlètic. Bien marcadas las estrellas del Polo, parecía que los secundarios del equipo habían sacado el descaro a pasear. Quedaban seis minutos para marcharse a vestuarios. Sobre la bocina, Dani Malgosa no acertó a desviar un servicio de Joan Tarrés.
En el descanso, Gasol convenció a los suyos de que no había nada perdido. Que un gol les metía de lleno en el partido. Y así fue. Aunque la insistencia ofensiva del Atlètic concedió en el arranque dos contras para el Polo que Casasayas y Lleonart fallaron por poco. En el minuto 51, Tarrés recogió una bola muerta en el área tras un remate de Boltó y estableció un 1 a 2 que le abría un nuevo escenario a la final.
Todavía quedaba el último cuarto para forzar los "shoot-outs", pero en el primer minuto, Xavi Lleonart cerró el partido con un golazo tras un penalti-córner en que Roc Oliva amagó el tiro girando sobre sí mismo y le dejó una bola franca que el egarense alojó en el cajón. El sueño del Atlètic había terminado.
Atlètic, 1
RC Polo, 3
ATLÈTIC. Marc Calzada, Pujal, Peremiquel, Mooij, Parrilla, Boltó, Morera, Tarrés, Dani Malgosa, Quim Malgosa y Andino, equipo inicial, Jan Malgosa, Van der Horst, Julià, Jordi Calzada, Ibáñez y Escudé.
RC POLO. Fernández, Cabot, Rey, Llorens, De Abadal, Chaves, Alegre, Oliva, Casasayas, Marc Reyné y Lleonart, equipo inicial, Àlex Reyné, Piera, Romagosa, Barón, Armenteras y Fortuño.
Árbitros. Dirigieron el encuentro Eduardo García y Paco Vázquez. Mostraron tarjetas amarillas al jugador del Atlètic Jan Malgosa y al del RC Polo Roc Oliva.
Goles. 0-1, minuto 23, Guillermo Fortuño; 0-2, minuto 29, Marc Reyné de penalti-córner; 1-2, minuto 51, Joan Tarrés; 1-3, minuto 54, Xavi Lleonart de penalti-córner.
Premios individuales
Goleadores: Alan Andino (Atlètic) y Pere Divorra (Egara), con 3 goles.
Mejor portero: Mario Fernández (RC Polo).
MVP de la final: Xavi Lleonart (RC Polo)
MVP del torneo. Matías Rey (RC Polo).