El final de mi primer artículo sobre este tipo de energías, publicado el pasado 27 de junio, me comprometía a seguir con el tema, pues éste no quedaría completo sin hacer mención a su casi hermana, la otra tan ensalzada como ella. Me refiero a la energía solar.
Es una lástima que, en el artículo referido a la eólica, no pudiera aparecer el mapa que señala las zonas más húmedas de España en el año 2018. Para el que esto escribe, ese mapa viene a suponer la prueba del nueve sobre todas las que ya habíamos citado anteriormente.
Que una enorme zona, del tamaño casi de medio Aragón, que incluye todos los parques de la Muela y sus alrededores, sea con creces la más lluviosa de toda España, dejando el resto de Aragón y buena parte de Catalunya con mucha menos pluviosidad de la que era habitual, ya me dirán qué otra justificación puede tener.
En la energía solar, me ha costado más encontrar las propiedades perversas, lógico aunque sólo sea porque no presenta evidencias tan palpables como la desarticulación de los frentes nubosos, además de que las grandes superficies "plagadas" de placas solares abundan más en otras latitudes.
No tardaremos mucho en tenerlas por todas partes. Acabo de leer un artículo en Expansión del día 2 de julio pasado, escrito por el profesor Samer Ayour, de la UPF. Según el, y teniendo en cuenta que "España es el país del mundo con mayor rentabilidad solar por metro cuadrado", aún no hemos empezado a explotarla de verdad. Nos podemos preparar.
Concluye diciendo que debemos ponernos las pilas, instalar muchos más paneles y conseguir fondos para tener un sector energético 100% sostenible.
Con la cola de extranjeros que ya tenemos deseando hacerlo, pregones así hacen falta para terminar sin saber dónde poner los pies.
En lo que concierne a su explotación parece saberlo todo, pero no menciona, en su largo artículo, una sola palabra sobre los inconvenientes. Curiosa coincidencia en cuantos estudiosos y técnicos han ideado sistemas, implantado las instalaciones y estando al frente de ellas durante muchos años.
Sucede que, cuando el sol incide plenamente sobre estos enormes "armatostes", la placa absorbe el calor, para transformarlo en energía y llevarla allá donde ésta se consume.
Por pura lógica, cuando una enorme zona, a pesar de estar expuesta a una gran radiación solar, ve bajar vertiginosamente su temperatura ambiente, el aire frío baja con rapidez, mientras el cálido de ahí y especialmente el de zonas circundantes se eleva con rapidez, provocando corrientes bruscas y cambios de temperatura que ponen en marcha esos bailes rápidos que venimos padeciendo cada vez más, en las temperaturas, en escasas horas, y los molestos y casi permanentes vientos, nunca antes conocidos.
Nuestros abuelos tenían aquel refrán que se cumplía casi inexorablemente: "Marzo ventoso y abril lluvioso, hacen a mayo florido y hermoso". Y fuera de marzo las ventoleras importantes escaseaban con la excepción de cuando se formaban grandes tormentas.
Llevamos unos años que el viento nos azota de forma casi permanente, y al mismo tiempo las temperaturas "bailan" 8 ó 10 grados en escasas horas. También viene abundando cada vez más la existencia de tornados, con frecuencia asociados a fuertes tormentas, con mucho aparato eléctrico, que seguramente unen su fuerza a las corrientes ya "normales".
En resumen, nuestras dóciles y bienaventuradas energías renovables, tan bien vendidas y aceptadas en sus inicios (el gran negocio legal, ilegal y permitido que para muchos lleva suponiendo) y la euforia imperante, aún en la actualidad, para seguir instalándolas a diestra y siniestra, nos van a llevar inexorablemente a la "construcción" de un clima difícilmente compatible con las actividades tradicionales y el propio bienestar humano.
Opiniones o explicaciones oficiales, ninguna. Y es que, a pesar de los ya trágicos efectos, hay muchos que sacan excelente provecho y el cambio de clima, como siempre sucedió, queda para los que vendrán detrás, según la costumbre, pero mucho me temo que, en esta oportunidad, la velocidad de los problemas se nos está precipitando.