No se había cumplido todavía el primer aniversario del mayo francés. En Europa, los valores de la libertad estaban en plena ebullición y se abrían paso con vigor, mientras que en España, a la negra noche del franquismo le quedaban todavía más de seis años. En ese contexto, un puñado de jugadores de hockey terrassenses dedicaron la Semana Santa del año 1969 a viajar por carretera a la capital de Europa, Bruselas, para escribir las primeras y más brillantes páginas de la historia tanto del Egara como de la Copa de Europa de hockey, la máxima competición continental de clubs.
Aunque reconocidas por la Federación Internacional de Hockey, aquellas primeras Copas de Europa que ganó el Egara se engloban en la categoría de torneos no oficiales. Hasta la temporada 1973-74 no se dio oficialidad a una competición de la que el Egara y el Frankfurt 1880 se adjudicaron las cinco primeras ediciones. A partir del ejercicio 2007-2008, las competiciones europeas (Copa y Recopa de Europa) se unificaron bajo el epígrafe de la Euro Hockey League, un torneo que ha revolucionado y modernizado el hockey a nivel de clubs.
A cerrar el círculo
Y para cerrar el círculo, otro grupo de jóvenes, tan animosos como aquellos que viajaron a Bruselas en sus propios coches, se desplazarán la próxima semana, también por Semana Santa, a la ciudad de Eindhoven, para buscar la que sería, más de medio siglo después, la tercera Copa de Europa del Club Egara. El próximo jueves se medirán al Saint Germain francés en la ronda de octavos de final. Y viajan para regresar con un título que en las once últimas ediciones ha recaído siempre en manos holandesas o alemanas. Los pupilos del argentino Patricio Keenan confían en jugar los cuartos de final del sábado 20, las semifinales del domingo 21 y la gran final del domingo 22.
Hace menos de una semana se cumplieron los 50 años de historia de la consecución de la primera Copa de Europa de hockey por parte del Club Egara. Era la primera que disputaba aquel equipo irrepetible liderado por el capitán Maurici Trullàs, los hermanos Pere, Jaume y Paco Amat, Joan y Josep Sallés y Josep Dinarès levantó un trofeo que Joan Comerma recuperó para las vitrinas del club tras encontrarlo hace unos años. Los egarenses fueron campeones gracias a un gol marcado por Josep Dinarès en el minuto 43 tras una extraordinaria jugada de Paco Amat. El entrenador de aquel equipo era Josep Pi i Maseras, quien años después desempeñaría importantes funciones directivas tanto en el propio club como en la Federación Española.
Al año siguiente, el Club Egara reeditó el éxito tras derrotar en la final al Laren holandés en el campo del Pla del Bon Aire, un campo que era todavía de tierra. Venció por 2 a 0 en sus instalaciones gracias a los goles de Ramon Quintana y Joan Amat, este último de penalti.
Esas primeras ediciones, las dos que ganó el Egara y las tres siguientes, en que se impuso de forma tiránica el Frankfurt 1880, son consideradas no oficiales, aunque la Federación Internacional sí las reconoce. "Cuando encuentro a alguien que me dicen que aquellas Copas de Europa no cuentan le digo que claro que cuentan. ¿Acaso no fuimos a jugarlas? ¿Acaso no fuimos el mejor equipo de entre los ocho campeones de las principales Ligas europeas? Para mí cuentan. Y mucho", explica uno de los grandes artífices de la gesta del año 1969 en Bruselas, un Paco Amat que fue el máximo goleador y uno de los mejores jugadores del torneo. Marcó en todos los partidos menos en la final. ¡Quién iba a decirle entonces que su hijo Pol Amat disputaría cinco Juegos Olímpicos y sería considerado uno de los mejores jugadores del mundo. Quizás él también lo fue. Seguro. "Eran otros tiempos. Mucha gente nos compara con Pol. Y la verdad es que nos parecíamos bastante, tanto físicamente como en la manera de jugar. Pero no me gustan las comparaciones",
Todos vivos
Aunque ha pasado ya más de medio siglo y la mayoría de los héroes de Bruselas se acercan a los 80 años, todos ellos siguen vivos. Con el paso de los años fueron tejiendo sus vidas alrededor del hockey y de la ciudad. Casi todos ellos fueron internacionales y coleccionan muchísimas participaciones olímpicas. Cuando se habla de que Terrassa es la ciudad más olímpica del mundo, lo es, en buena medida, a esos chicos que fueron los primeros que salieron a competir fuera de España. Y que se acostumbraron a ganar y acostumbraron a ganar a muchos de los que les sucedieron.
Un importante directivo del hockey español, Josep Maria Sardà, fue el gran artífice de la creación de la Copa de Europa. Sus contactos a nivel internacional le llevaron a tener la idea de crear una competición en la que participaran los campeones de las ocho principales Ligas continentales. Y gracias a él, coincidiendo con la celebración del cuadragésimo aniversario del Royal Wellington belga, Bruselas acogió entre los días 5 y 7 del mes de abril del 69 el Torneo Internacional de Campeones Nacionales. El Club Egara quedó encuadrado en el grupo "A" junto al Slavia de Praga checoslovaco, el Kampong holandés y el Lyon francés. En el grupo "B" figuraban el MDA Roma, El Royal Leopold belga, conjunto anfitrión, el KS Warta Poznan polaco y el Lille. Francia tuvo dos representantes como consecuencia de la renuncia del campeón de la República Democrática Alemana, el Leipzig. El Club Egara participó en su condición de campeón de la Copa del Generalísimo, ya que no existía todavía la Liga española.
Cuatro partidos en tres días
En solamente tres días de competición, el Club Egara tuvo que jugar cuatro partidos. Y los ganó los cuatro, marcando 7 goles y encajando solamente uno. En la primera fase derrotó por 3 a 1 al Slavia de Praga, por 2 a 0 al Lyon y por 1 a 0 al Kampong. Como primer clasificado del grupo se midió en la final al primero del otro grupo, una Roma a la que se impuso por 1 a 0 en el último y decisivo encuentro de la competición. Fue un partido marcado por el cansancio de ambos contendientes. A diferencia del hockey actual, en los sesenta estaba prohibido hacer cambios. Si algún jugador se lesionaba, su equipo acababa jugando con diez.
El campo del Royal Wellington era de césped natural. La hierba estaba algo irregular y demasiado seca. Tras un primer tiempo sin goles, Josep Dinarès anotó en la segunda parte un 1 a 0 que acabaría resultando definitivo. La diferencia pudo haber sido más amplia, pero Joan Quintana falló dos strokes. El conjunto del Pla del Bon Aire, sin embargo, no sufrió en exceso ante un conjunto italiano al que era bastante superior. Al final sin embargo, el extraordinario portero Maurici Trullàs consiguió detener un penalti-córner que hubiera supuesto el empate de los romanos. Pocos minutos después, él mismo recogía el título como capitán de aquel equipo histórico e irrepetible.
Fueron muchos, más de cuarenta, los jugadores del Egara que se desplazaron a Bruselas, ya que paralelamente se disputaron otros torneos de carácter internacional, uno de equipos suplentes, otro de juveniles y uno de veteranos.
El tres veces olímpico Josep Dinarès era quien movía aquel equipo. En su calidad de mediocentro, la mayoría de bolas pasaban por su stick. "Era una época diferente a la actual. La verdad es que entrenábamos poco. Eso de jugar cuatro partidos en tres días fue bastante duro. Llegamos a la final muy cansados. Pudimos ganar por más goles, pero cuando logré el 1 a 0 nos dedicamos a mantener el resultado. Los italianos nos atacaron muy poco durante la segunda parte", señala.
También estuvo, sin saberlo, en Bruselas, su hijo Jan, que sería también olímpico y un excelente mediocentro de otro Egara campeón. "Mi esposa estaba embarazada de siete meses. Era Jan". Dinarès levantaría al año siguiente el segundo y último título del Egara. Jugó con fiebre esa final ante el Laren.
Un delantero con clase
A sus 77 años, Paco Amat disputó la final junto a sus hermanos mayores Pere y Jaume. "Afrontamos el torneo con una ilusión enorme. Al llegar a la final éramos favoritos. Pero estábamos muy cansados y había que ganar. Dominamos, pero la bola no acababa de entrar, hasta que una jugada mía acabó en un pase que Dinarès convirtió en gol", explica Paco, que comenzó jugando de mediapunta pero acabó siendo delantero centro. Quienes le vieron jugar recuerdan todavía su endiablada velocidad, su disparo y su dribling en corto. "Hace mucho tiempo, pero me acuerdo de aquel partido", explica Amat. Y gracias a gente entregada como Cesc Llongueras y Joan Comerma, los ecos y las instantáneas de esa final mítica han llegado hasta nuestros días.