La Maurina celebra mañana el final del Pla de Barris, que desde 2008 ha transformado de forma integral el sector, interviniendo en el ámbito urbanístico, el social y con las comunidades de vecinos. El barrio celebra mañana en la recién remodelada Plaza de La Maurina el final de las obras y la culminación de un proyecto que ha modernizado el sector. Estas son algunas claves del proceso.
Obras con impacto real
De los 16 millones invertidos en el Pla de Barris de La Maurina, 9,2 se han destinado a ocho actuaciones urbanísticas que han mejorado calles y plazas y han modernizado la imagen del barrio. En pocos lugares como en La Maurina el urbanismo ha influido tanto en el día a día de los vecinos. Se han remodelado las calles de Felipe II, Franc Comtat, Núria, Dom Bosco, Pare Llaurador, Velázquez y Doctor Salvà. También los pasajes, el entorno de los pisos de la Vitasa y el cruce de la plaza de Antoni Guiu.
El ejemplo más claro del impacto social de las obras es la transformación de la plaza de La Maurina y su entorno, así como la construcción del nuevo equipamiento cívico. Durante décadas, la plaza ha sido el punto negro de "El Torrente" o "El Barrio de las Latas", como popularmente se conocía La Maurina. Foco de consumo de droga y delincuencia, también de viviendas degradadas.
"Mis hijos han jugado en esa plaza desde pequeñitos -explica Leo Arcos, presidenta de la entidad Som Maurina- y el cambio es espectacular. Al verlo me emocioné. Ahora la gente se acerca sin miedo". Tanto que "no paran de venir vecinos de lejos para comprobar personalmente lo bien que ha quedado", explica Paco Vera, portavoz de la Plataforma por la Plaza de La Maurina.
La apuesta social
Es la vertiente más discreta del Pla de Barris, pero sin duda la más trascendente. Durante los diez años del proyecto integral, un equipo de profesionales sociales y educadores se ha volcado en fomentar la convivencia en un sector que, en 2008, corría el riesgo de caer en la fractura social.
Hace una década, la foto fija de La Maurina la protagonizaban la emigración marroquí, la crisis y el desempleo, junto a una generación de jóvenes desencantados y una población envejecida.
"Todos estábamos preocupados -recuerda Vera-. Tanto, que desde la AVV decidimos celebrar asambleas con los recién llegados para conocernos, incluso hicimos una encuesta en el bar donde se reunían, y la sorpresa fue que sus preocupaciones eran las mismas que las nuestras: la convivencia y el trabajo, sobre todo el trabajo".
La labor del Punt Jove, que ha alejado a toda una generación del riesgo de la exclusión social, y el Punt Dona, que ha trabajado a fondo contra la violencia de género, la desigualdad y por la formación de las mujeres, se deja sentir hoy en el barrio. Como tantos otros programas que han ejercido de catalizador social.
La Maurina sigue envejeciendo y "ahora tenemos nuevos problemas, con la llegada de jóvenes incívicos y de okupas que atentan la convivencia", explica Mohamed Marsoud, presidente de la Asociación Cultural La Maurina. El barrio no es ajeno a una realidad que se repite en otros sectores de la ciudad y que obliga a los vecinos de La Maurina a no bajar la guardia para preservar la convivencia.
Los jóvenes, primer eslabón
En 2008, sólo la mitad de los jóvenes entre 14 y 24 años de La Maurina tenían estudios obligatorios. El Pla de Barris convirtió el colectivo en prioridad y asaltó la calle para hacerse con la complicidad de chicos y chicas. "El Punt Maurina del Disctricte Jove -recuerda Raúl Sánchez, presidente de la AVV de La Maurina-, fue clave, como las entidades y los técnicos del plan". Sánchez recuerda "la implicación de las educadoras sociales, abordando a los jóvenes en la calle y dedicando horas personales".
El Pla de Barris utilizó el deporte como herramienta de integración y promoción personal, en un programa intensivo que incluía estímulos a la vuelta a las aulas, hábitos saludables, apoyo a los estudios y programas de inserción laboral, entre otras muchas inciativas. "Los usuarios de aquellos esplais son hoy monitores de las nuevas generaciones", explican en el barrio.
El papel de las entidades
La Maurina no se entiende sin el papel de sus entidades, pieza clave en la cohesión de un sector que desde los años 50 ha crecido gracias al empuje del tejido social. El papel de la AVV, además, ha sido crucial en el desarrollo del Pla de Barris. "Se lo creyó y empujó desde el primer momento", comenta Paco Vera, ex presidente de la entidad.
Bajo el paraguas del Pla han surgido o resurgido entidades como La Asociación Cultural La Maurina, que agrupa al colectivo magrebí, los Diables de La Maurina, Som Maurina o la Associació de Comerciants de La Maurina.
Las entidades son el ADN mismo del barrio, donde todos reconocen el papel primordial de la escuela y de la Fundació Maria Auxiliadora. "Siempre están ahí -explica Antonio Jurado, de Diables Maurina-, colaborando en todo. Han hecho un trabajo social primordial a través del Preju, el programa Pam a Pam y del Viver. En realidad, las entidades son el alma de La Maurina. El Pla de Barris ha sido una herramienta".
Un ejemplo del equipo que forman las entidades es el tándem entre los comerciantes y Som Maurina. Su presidenta, Leo Arcos, explica que en el club "no aceptamos ningun dinero que deba ir para los vecinos. ¿Cómo nos financiamos?, pues pedimos a los comerciantes que nos ayuden y cuando ellos tienen una actividad, movilizamos a todos los miembros de Som Maurina para lo que haga falta, colaborar en una paella o montar la decoración de una calle".
El comercio, con el barrio
Las tiendas de La Maurina son un elemento de dinamización del espacio público y de promoción económica. De la mano del Pla de Barris, Maurina Comerç "ha trabajado activamente por la modernización y la dinamización del comercio y se ha implicado en todas las iniciativas sociales", explica Pilar López, vicepresidenta de la entidad. "Bateguem per tú" es su lema y refleja el compromiso de los profesionales del comercio con el barrio.
"Las obras de la calle Núria fueron larga y duras. Algunos comercios bajaron la persiana", recuerda Pilar López. Hoy el barrio cuenta con cerca de 200 establecimientos comerciales que celebran las campañas de primavera, otoño y Navidad, organizan concursos de paellas y festivales musicales.
Pilar rememora como "una de las experiencias más gratificantes cuando, con la reactivación de Maurina Comerç, conocí a muchos vecinos. Enseguida hicimos piña y desde entonces en las fiestas participan autóctonos, chinos, pakistaníes, marroquíes… todos".
Diez años después del arranque del plan integral, a los comerciantes y a los vecinos les preocupa la fuga de establecimientos de la última época. Oficinas bancarias y supermercados abandonan el barrio, donde además "faltan librerías, zapaterías, y colmados".
¿Y ahora, qué?
El 31 de diciembre culminó el Pla de Barris de La Maurina y el sector, lejos que sentir vértigo, ve en el hecho "una oportunidad para demostrar que La Maurina sigue activa", comentan. "Con el final del plan no se acaba todo -advierte Raúl Sánchez-. El plan ha dado sus frutos pero esto tiene que continuar, sobre todo en proyectos sociales". Para Antonio Jurado "el Pla de Barris no puede ser la teta permanente. Tenemos herramientas como los dos equipamientos cívicos y el barrio está vivo, así que seguirá empujando".