Terrassa

En huelga de hambre para conseguir un alquiler social

"No me importa morir en la calle. ¿De qué me sirve vivir así?". Hakim Achab, discapacitado, cosido a hernias discales, en tratamiento psiquiátrico por depresión, se puso ayer en huelga de hambre y se sentó en el suelo del centro cívico President Macià, en Sant Pere Nord, con una pancarta reivindicativa manufacturada en un cartón. No tiene techo, pide ayuda, reclama su derecho a un alquiler social y asegura que no va a comer hasta que se solucione su problema. Anoche tenía previsto dormir en la calle.

Empezó su huelga ayer mismo. Casi todo ha ido mal en la vida de Hakim en los últimos tiempos. Estaba casado y tiene un hijo de 9 años, y dos hijastras, pero se separó hace cuatro meses. Después de residir en la calle de Tarragona, en una vivienda de alquiler que debió dejar atrás porque sus propietarios pretendían venderla, la familia habitó un piso okupado en la calle de Frederic Mistral y la esposa se marchó a otra vivienda muy cercana cuando la relación se truncó, tres años después. Él se quedó en el domicilio con su cuñado y con la espada de Damocles de un desalojo inmediato. Las desavenencias y la amenaza de desahucio (resuelto para este mismo mes de enero) lo forzaron a dejar el piso y buscarse un techo transitorio. Cuenta que pagó 120 euros al mes por una habitación realquilada en Ca n’Anglada, pero al segundo mes también tuvo que cambiar de aires porque "se metía allí gente borracha".

Toma nueve medicamentos diarios para sus múltiples dolencias: las físicas y las psicológicas. Hakim, de 50 años, natural de Marruecos, llegó a España veintidós años atrás. "Tengo papeles desde hace dieciocho", informa. Lleva seis en Terrassa. Sufre tres hernias discales y las secuelas de una operación que le afectó a la médula, afirma.

Está sentado en el suelo del centro cívico, con la espalda apoyada en la pared. Se gira y se pone de rodillas para incorporarse poco a poco, auxiliado por una muleta. Enseña su documentación médica. Y una gasa en la espalda, porque el miércoles le practicaron una infiltración y creyó morir de dolor.

Ansiedad
"Perdí a mi mujer por esto, por no tener un hogar", dice y su mirada fija se humedece. El 5 de enero padeció un ataque de ansiedad, como en noviembre. "El corazón se me salía del pecho. Un policía municipal me ayudó con un masaje", relata este antiguo vigilante y escolta.

En el 2011 su vida dio un vuelco: "Sufrí una lesión al caer al suelo por un resbalón". Y la pendiente no se detuvo. Hakim tiene un 80 por ciento de discapacidad y cobra 893 euros al mes. "Y pago pensión a mi mujer", recalca. Duerme en el albergue L’Andana. Hasta ahora, que lo hace en la calle y sin comer. Los Servicios Sociales lo atendieron ayer, como otras veces, y están tramitando su alojamiento en una habitación en un piso compartido.

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