No fue el azar. Fue lo mismo que otras veces: una precaria y fraudulenta instalación de cables eléctricos en una casa. Eso, al parecer, provocó el incendio que el jueves por la tarde causó destrozos en una casa de Sant Pere Nord y desveló que dentro había mucho más que humo y llamas: la policía encontró una plantación de marihuana con pocos parangones. Una plantación con casi 1.700 matas de maría. No había nadie en la vivienda cuando los bomberos entraron para sofocar el fuego, pero la Policía Municipal ha abierto diligencias por un delito contra la salud pública, de tráfico de drogas.
La alerta llegó a los bomberos a las 6.17 de la tarde. Unos testigos habían observado gran cantidad de humo que surgía de una ventana en una casa de la calle de Girona.
La vivienda, de una sola planta, está en el tramo comprendido entre las calle de Roig Ventura y del Doctor Calsina. En unos minutos ese trayecto se llenó de dotaciones de los servicios de emergencias. El sistema 112 comunicó el hecho a la Policía Municipal.
Cuando llegaron los agentes, efectivos de Bombers ya atacaban el fuego. Los guardias regularon el tráfico. La circulación en la calle de Girona quedó cortada.
Las tres dotaciones de bomberos enviadas a la zona tardaron unos cuarenta minutos en sofocar el incendio, que se originó en una habitación. Prendió, según los indicios, en un colchón y unos plásticos que estaban en contacto directo con cableado. Y ese cableado, según la policía, estaba conectado de manera deficitariay fraudulenta al alumbrado público. Como en decenas de viviendas de Terrassa donde se cultiva maría. Porque los moradores de aquella casa de la calle de Girona cuidaban allí (supuestamente) una macroplantación de cannabis. El incendio había desvelado su existencia a lo grande.
Acabada la extinción de las llamas y la ventilación del inmueble, en la inspección llegó el espectacular hallazgo: en tres habitaciones se localizaron plantas. Muchas. Algunas, en avanzado estado de floración, dice la policía. Otras, "en el punto óptimo" para la cosecha de los cogollos. Los agentes locales hallaron la habitual infraestructura para el cuidado cannábico en interior: los equipos de ventilación, los humidificadores, los elementos de riego automático, los focos halógenos. La intervención de la Policía Municipal acabó pasadas las diez de la noche con la requisa de las plantas: 1.671 matas. El cuerpo local informó al juzgado de guardia y abrió diligencias penales por un delito contra la salud pública (tráfico de drogas) y otro de defraudación de fluido eléctrico, pero no detuvo ni identificó a nadie por esa infracción penal porque en la casa no había ninguna persona.
Sí encontraron los agentes un perro, de raza potencialmente peligrosa, que estaba en condiciones sanitarias deplorables. El servicio de recogida de animales se hizo cargo del can.
El olor
En la casa vivía una familia con varios miembros, varios de ellos menores, según el vecindario. Ocuparon el edificio hace un par de años y durante un tiempo las visitas policiales se sucedieron debido a desavenencias en forma de gritos y peleas. Pero en las últimas semanas la situación allí dentro parecía calmada. Y el olor a marihuana pasaba inadvertido. Los vecinos lo habían percibido alguna vez de forma atemperada, tenue, por lo que no se infería que allí dentro aquella gente estuviera al cuidado de una plantación de marihuana de la envergadura detectada.
La casa permanecía precintada ayer. Se veía el interior renegrido. Una ventana que da a la calle de Girona estaba rota. A través de la otra se podía observar un carro de supermercado lleno de sacos. Parecían de abono. En la acera unos operarios habían abierto un agujero alrededor de una conexión de agua. "También la tenían pinchada", comentó un vecino. La Justicia buscará a los responsables para citarlos a declarar por la presunta comisión de dos delitos. El más grave, el relativo al tráfico de drogas.