El nuevo curso escolar que empezó a mediados de septiembre acaba de destapar un grave problema, la morosidad, en el servicio del comedor de la escuela pública que era conocido pero que se gestionaba entre bastidores por ser muy delicado. Primero, y ante todo, porque afecta a niños y segundo porque antes que tomar medidas hay que averiguar el motivo del impago de la cuota.
El lunes de esta semana, sin embargo, sonó la alerta fuera del aula, del centro y en la calle. Alguna madre llamó a los medios de comunicación para explicar que su hijo escolarizado en un centro público le habían expulsado del comedor por falta de pago del recibo. La madre, que llamó a este diario, consideraba la situación de injusta y argumentaba que había realizado trámites para abonar la cuota.
El caso denunciado por esta madre no era puntual. Pocos días después se ha sabido que ese lunes hubo 158 niños que se quedaron sin el servicio porque a la empresa, Serhs, le constaba que sus padres no habían pagado el recibo. Estos alumnos esperaron la llegada de sus padres pero no todos fueron. A los que permanecieron en el centro se les garantizó la comida, que fue un bocadillo.
El día después
Al día siguiente, el martes, la mitad de las familias había regularizado el pago y quedaba otra mitad (79) por hacerlo. El Ayuntamiento explica que se ha puesto en contacto con estas familias para saber qué ha pasado y para garantizar que ningún niño en situación de vulnerabilidad se quede sin comer.
La situación de angustia que se vivió este lunes en niños, familias y colegios es el desencadenante de lo que ha pasado con la gestión del pago y cobro de los recibos el mes de octubre, el primero lectivo del curso al completo. La secuencia de los hechos, según el Ayuntamiento, es como sigue. El recibo del servicio de comedor debe abonarse como máximo el 9 de cada mes en curso y a partir de ese día, en este mes de octubre, la empresa Shers llegó a detectar 1.200 recibos impagados. Ante lo ocurrido se activó el protocolo del Ayuntamiento y la empresa concesionaria. Así durante la tercera semana se empezó a avisar a las familias mediante tres vías: una nueva carta de pago, una llamada de aviso desde la empresa y una llamada del coordinador del servicio del comedor de cada centro si culmina la semana y no se ha abonado la deuda. La cuarta semana del mes, si el recibo sigue pendiente, se procede a dejar de prestar el servicio.
En paralelo, además, la adjudicataria del servicio envía una relación de las familias que no pagan la cuota a Servicios Sociales y estos se comunican para saber el motivo del impago y sobre todo si dispone de alguna subvención parcial, porque puede que esta no se haya hecha efectiva. En el supuesto de que la familia tenga problemas económicos, se pone en marcha una acción de urgencia para complementar la beca y/o conceder una ayuda económica para pagar la deuda.
La pregunta que está en el aire es qué ha pasado para que hubiera tantos impagados a partir del 9 de noviembre. Lluís Alcalà, director de los servicios municipales de Educación, se muestra preocupado. “Hay que admitir que es un índice de morosidad muy alto. El servicio de comedor de la pública acoge a diario unos 5.800 usuarios y si se ha contabilizado 1.200 impagados quiere decir que estamos hablando de un veinte por ciento de familias que no abonan la cuota cuando se gira”. Alcalà no esconde que la situación vivida este lunes ya le esperaban pero no de forma tan importante. “Al inicio el curso siempre se detectan problemas de este tipo pero quizás no habíamos llegado a un volumen de morosidad tan alta. Después, al mes siguiente, ya se regulariza y son pocos casos”.
El niño, centro de atención
El director municipal de Educación insiste en que “el tema económico se gestiona con mejor sabemos y podemos porque lo más importante de todo esto es el niño y que no se vea perjudicado porque él no tiene responsabilidad alguna. En todo caso es la familia la que debe procurar cumplir con su compromiso o explicar por qué no lo hace”. Y, en este sentido, el Ayuntamiento desmiente rotundamente que “se dejara a centenares de niños sin comer y que se traspasara el problema a las direcciones educativas”. ¿Cuáles son las causas de este impago? Hay varias. Alcalà detalla que puede haber errores en el número de cuenta bancaria, que hay familias que pagan en efectivo y lo hacen cuando lo consideran y pueden; otras que también pagan en efectivo y esperan a agotar el plazo; otras que no pueden porque los ingresos han mermado y otras que contaban con la beca y no saben nada y esperan para decidir si mantienen el comedor.
Críticas a la gestión
Sea como fuere, el caso que se ha puesto sobre la mesa esta semana ha generado muchas reacciones en la comunidad escolar y especialmente entre las familias. Desde la Escola Agustí Bartra, una de las afectadas, el presidente de la asociación de madres y padres (Ampa), Santi Moreno, reconoce también que la casuística es muy diversa pero esencialmente achaca el problema a la concesionaria, a su gestión que califica de “mala”.
Moreno recuerda un caso próximo que sucedió el curso pasado. “Una familia avisó de que su hija no se quedaría más al comedor y la empresa siguió cobrando la cuota. ¿Qué pasó? Pues, el recibo lo pagaba el abuelo que vivía en Madrid y no se percataron de ello hasta unos meses después. Los padres avisaron al abuelo y a la empresa pero la solución tardó en llegar”. El presidente del Ampa no entra tanto en valorar los impagos (“hay familias que explicaron que no les habían girado el recibo pese a su insistencia y/o que estaban becadas parcialmente o totalmente”, dice) sino el servicio y la gestión. “En nuestro colegio había becados al cien por cien a los que se les comunicó inicialmente que se quedaban fuera del comedor. En concreto nos explicaron desde dirección que había veinte niños y que siete de ellos, finalmente, habían comido un bocadillo”. Moreno admite que debe haber un protocolo y que hay que cumplirlo pero cree que habría que actuar con más prudencia. “Es inhumano que expulsen a un niño del comedor a final de mes. Lo niños no deben quedarse sin este servicio. Es injusto que sea así porque vulnera los derechos de la infancia y el Ayuntamiento debería replantearse el protocolo”.
Protesta el jueves
También se han leído reacciones en las redes sociales. Con el nombre de Cos (Coordinadora Obrera Sindical) Emergia, a través de un tweet, explica que “a una compañera nuestra de la Escola Roser Capdevila le han echado la niña del comedor un día antes y sin previo aviso. Y dicen que no le darán de comer porque no ha pagado el recibo cuando aún no ha terminado el mes”. Otra madre de Agustí Bartra ha publicado también por el mismo canal que “ningún niño, en situación de vulnerabilidad o no, debería pasar por este sufrimiento y esta humillación”. Y reclama al Ayuntamiento que “revise los protocolos y prohiba expresamente estas situaciones”. Y, ante las denuncias, medidas para hacerse oír y buscar soluciones. Cos ha convocado una protesta en el Roser Capdevila para el jueves, 8 de noviembre, a las 4, 15 de la tarde, frente a la puerta de esta escuela para expresar su indignación con lo sucedido. Y la Síndica de Greuges en Terrassa, Isabel Marquès, ha dado respuesta al tweet de la madre de la Agustí Bartra y se ha comprometido a analizar lo ocurrido”.