Hacía más de 26 años que Terrassa FC y CP San Cristóbal no se encontraban en un partido de Liga. La última vez lo hicieron en Primera Catalana y este sábado se midieron en Tercera División por primera vez, gracias a la ejemplar trayectoria del conjunto de Ca n’Anglada en los últimos años. Ganó el Terrassa, aunque quizás eso fue lo menos trascendente de la jornada. Porque quien ganó, en letras mayúsculas, fue el fútbol terrassense. Por muchos motivos y variados que magnifican la influencia de este tipo de partidos en la personalidad del deporte de la ciudad.
La primera lectura positiva fue el magnífico partido que los dos equipos ofrecieron a sus aficionados, fundamentalmente en una primera parte excelente con un San Cristóbal valiente y desacomplejado y un Terrassa que tuvo que tirar de galones para obtener una ventaja que no multiplicase su estado de ansiedad.
En ese escenario de buen gusto estético en lo deportivo, el modo en el que los dos clubs protagonizaron el derbi antes, durante y después del mismo resultó ejemplar y merece un aplauso. Las directivas, y fundamentalmente sus dos presidentes, explicaron donde hizo falta que la convivencia de dos clubs egarenses en Tercera División es posible, factible y beneficiosa. Al presidente del San Cristóbal no se le encoge el discurso cuando dice que prefiere a un Terrassa mucho más arriba, ni al del Terrassa le faltan palabras para poner a su rival como ejemplo a seguir. Ese clima de convivencia ejemplar lo siguieron entrenadores y jugadores de los dos lados, tanto antes como durante el partido ya que en el terreno de juego, la competitividad y el afán del triunfo no dio lugar al más mínimo capítulo incómodo para nadie. Y en la grada, la convivencia de las dos aficiones no sólo dibujó una jornada imborrable sino que mostró el camino a seguir a aquellos que se pierden en el desaforo de las pasiones deportivas.
Terrassa FC y San Cristóbal tienen una historia con caminos convergentes en muchos aspectos. Aunque han coincidido poco en el terreno de juego, factor que también ayuda a que se hayan abierto pocas heridas, jugadores, directivos y entrenadores han pasado de una casa a la otra estableciendo puentes de comunicación que se agradecen ante acontecimientos como el vivido este sábado. Fomentar ese clima de buena vecindad, establecer lazos aún más estrechos y aprovechar la fortaleza del otro puede ser el siguiente paso a dar cuando la sensatez preside no sólo los discursos, sino las acciones de unos y de otros.