Alfonso Padilla es uno de los nexos comunes entre Terrassa FC y San Cristóbal. Y lo es porque se trata del conductor del autocar de los dos equipos. Juega en los veteranos del Terrassa, club del que fue directivo, y ha defendido la camiseta de clubs como San José, Dos Hermanas, San Lorenzo o Rubí.
A usted lo del derbi le coge entre dos aguas.
A un futbolero como yo lo que le gusta es el fútbol de la ciudad. Disfruto con el Terrassa y disfruto con el San Cristóbal.
¿Vio el partido?
Si, estuve en el palco. Me gustó mucho el San Cristóbal al principio, salió a comerse el partido. Y si entra la ocasión de Hassen no sé qué hubiese pasado. El Terrassa empezó con dudas, con miedo, pero poco a poco se hizo dueño del partido.
Dos realidades distintas, en todo caso.
El San Cristóbal llegaba mejor al derbi, pero el Terrassa tiene un nivel de plantilla muy alto. Lo que me gusta del San Cristóbal es el carácter que le ha dado su entrenador, todos trabajan desde el primer minuto y esa es una parte muy importante del éxito.
¿Cuánto tiempo hace que trabaja con los dos clubs?
Empecé a llevar al Terrassa cuando Sergio Lobera se hizo cargo del equipo. Y con el San Cristóbal hace cuatro años que estoy.
¿Son muy distintos los ambientes en el autocar cuando viajan unos u otros?
Bueno, son diferentes. Tenga en cuenta que en el Terrassa juegan futbolistas más contrastados, gente con mucha experiencia en el mundo del fútbol y quizás se aprecia una mayor profesionalidad. El San Cristóbal es un grupo más familiar, de gente muy joven. Pero cuando hay una derrota, los dos equipos van muy serios en el autocar. Cuando ganan igual se desmadran más los del San Cristóbal. En los dos equipos tengo gente muy querida. Piense que con el entrenador del San Cristóbal, Oliver Ballabriga, llevo muchos años viajando porque mi vinculación al Jabac, de donde él proviene, es muy larga. Y con el Terrassa estoy fenomenal con Jordi Cuesta, una persona magnífica.
¿Qué días han sido los más emocionantes en su autocar?
El ascenso del San Cristóbal esta pasada temporada fue espeluznante, un desmadre. Y las promociones con el Terrassa también han sido muy intensas, en las que hemos pasado de la euforia al desencanto. Un varapalo como esos es duro para hacer después un viaje largo. Pero hay que vivir esas situaciones, tanto en las derrotas como en las victorias.
¿Es el conductor un confidente de los jugadores?
Pues le diré que en buena parte sí. Con algunos hace muchos años que viajas y existe una confianza. Que yo haya sido jugador también ayuda bastante, porque les entiendes mejor. Te llegan a explicar cosas que no explican a otras personas y no sólo de asuntos deportivos sino también particulares. Se sinceran conmigo. Y tenga en cuenta que yo también soy muy próximo, porque no me importa meterme en el vestuario, recoger bolsas y ayudar en lo que pueda. Me tratan como a uno más del grupo.