Joaquim Torres Garcia (Montevideo, 1875-1949), uno de los grandes artistas mundiales del siglo XX, vivió en nuestra ciudad entre 1912 y 1920, y uno de los principales trabajos que realizó en ese período terrassense fueron los murales del Saló de Sant Jordi del Palau de la Generalitat. Los pintó por encargo del presidente de la Diputació de Barcelona y luego de la Mancomunitat, Enric Prat de la Riba. Pero el sucesor de éste en la presidencia de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, despidió en 1918 a Torres García, impidiéndole concluir el proyecto. No solo eso, sino que ocultó los murales tras unas cortinas. Curiosamente, Puig i Cadafalch era hijo de una terrassense, Teresa Cadafalch i Bogunyà, y de niño había pasado veranos en la ciudad, en los que comenzó su fascinación por la Seu d’Ègara.
Ahora, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha manifestado su voluntad de reintegrar las pinturas de Torres Garcia al Saló de Sant Jordi. Lo hizo en un tuit del 29 de mayo, y la Generalitat ya está tratando el tema con la Fundación Torres García.
Un proyecto inacabado
Pero la empresa no será fácil. En la dictadura de Primo de Rivera los murales fueron tapados por nuevos óleos de estilo historicista. En 1968 se arrancaron y desde entonces están en otra sala del Palau de la Generalitat. El principal problema reside en el hecho de que Torres Garcia no finalizó el proyecto, con lo que la restitución de las obras al Saló de Sant Jordi donde fueron pintadas dejaría en éste diversos espacios vacíos.