En la feria del disco de coleccionismo, que se ubica en la Rambla d’Ègara, y que como tantos espacios y actividades de la Festa Major, tiene sus adictos, su ambiente y su poética particulares, y que además de vinilos, cassettes y dvds también ofrecía algunos libros, adquirí por el irrisorio precio de un euro el libro “Cómo aprender a bailar perfectamente en ocho días”. De 1973. 47 bailes perfectamente descritos con textos y figuras. De haberlo llevado a Joana Andreu, que el domingo hizo magia en la multitudinaria Festa Major Infantil, igual hubiera transmutado de sus páginas la raspa, el madison y el surf por los casi infinitos ritmos, sonidos y bailes que han podido escucharse, y han sido disfrutados estos días (incluyendo el “swish swish” con el que se atrevieron Els Amics de les Arts), y habría tenido una guía de la oceánica variedad de la banda sonora que,un año más, ha gozado la Festa Major. La música ha vuelto a ser la gran protagonista de la programación, ha estado presente en todas partes, incluso en actos no propiamente musicales, y como siempre ha sido el factor que más mueve a los ciudadanos y más les hace decidir el programa festivo que se montan.
De música en música
Para buena parte de terrassenses, el recuerdo principal de una Festa Major es el del artista de envergadura que ha actuado ese año en ella. Para muchos será Rosana, que el domingo en el parc dels Catalans, ante miles de espectadores. ofreció un recital de alto nivel, especialmente en su segunda parte, y en el tramo final en el que enlazó éxitos. Tan o más populares son Los del Río, que sin embargo no consiguieron llenar tanto la Plaça Nova como en su día lo hicieron José Luis Perales, el Duo Dinámico o Georgio Dann. Eso sí, hubo un gran momento cuando toda la concurrencia cantó eso de “Terrassa tiene un color especial…”, quizá porque realmente dio en el clavo al expresar esos días diferentes que los terrassenses vivimos cuando es Festa Major (y que pareció entusiasmar más que la interpretación de su megaéxito “Macarena”).
En lo musical, la inauguración de la Festa Major puede decirse que correspondió a Els Amics de les Arts, que interpretaron su repertorio en el Parc dels Catalans ante un público numeroso, y recordando que hace diez años, en Terrassa, en la sala la Clave, solo diez personas vieron en su primera actuación a este grupo al cual la entidad Amics de les Arts de nuestra ciudad le inspiró el nombre. En el mismo escenario, el lunes, el grupo Roba Estesa entusiasmó igualmente con su fusión de folk, rumba y pop-rock.
Por otra parte, los espacios musicales específicos tuvieron su público propio y abundante. Destacó el Jove, que como la gran estrella del momento a Bad Gyal, que cumplió con todas las expectativas. El Vapor Ventalló es el lugar de la música moderna más selecta e innovadora (también curiosamente donde puede verse más gente que acude sola a un concierto) y no defraudó a los habituales, generalmente sin aglomeraciones, y a veces con grupos que hubieran merecido más espectadores. Allí en el Vapor, Maïa Vidal, la cantante del trío de “high voltage garage glam” Side Chick, estadounidense pese a su apellido catalán, que comparte grupo con la guitarrista barcelonesa Georgina López y el baterista venezolano Eduardo Benatar, soltó antes de una canción una perorata contra su presidente Trump, especialmente contra su política inmigratoria, y nos apercibimos que la política pueden aflorar en cualquier momento de cualquier fiesta, y no solo en el ámbito de la cultura popular. Es evidente que este año ha estado un poco más presente, por la elección de Josep Rull y Lluís Puig como capgrossos, por las pancartas de “llibertad pressos polítics”, lazos amarillos y símbolos que han podido verse en fachadas, personas y participantes.
Junto con la música, la cultura popular volvió a ser la otra gran protagonista de la Festa Major, y uno se la ha encontrado por todas partes en estos días. La Cercavila del sábado por la tarde volvió a demostrar que mantiene intacto su dinamismo, y toda su variedad. Un día antes, la ceremonia de apertura de la Festa Major había congregado más público que nunca. Y también lo hicieron el Raval Infernal y el Correfoc, que tienen cantera, como demostró la actuación de los grupos de fuego infantiles.
“Influencers” y peregrinos
Pero con una programación de más de cuatrocientos actos, resulta absurdo limitar o jerarquizar. Hay actos, o espacios, que pueden parecer menores, secundarios, y que para algunos terrassenses son lo más esperado de la Festa Major. Precisamente la programación es una oportunidad de descubrir ámbitos culturales ignotos. “Al Parc de Vallparadís el sábado vendrán muchas famosas”, llevaban días diciendo las adolescentes de Terrassa, y los asiduos al Espai Ventalló que van de modernos y de volver a escuchar música en vinilo ni deben sospechar que existen las “influencers” que protagonizaron la Flash Mob Musical·ly Pool Part.
Sería raro que las conocieran, por ejemplo, los participantes en las dos rutas por tramos del Camino de Santiago a su paso por Terrassa, noventa personas el sábado, desde la Plaça Vella y con una ruta por elementos medievales, y 56 el domingo desde les Fonts hasta la Seu d’Ègara. Sin olvidar que, para muchos niños la Festa Major es básicamente la feria del final de la Rambla, donde se lo pasan pipa con el tiovivo, los autos de choque, el tren del terror o ese barco oscilante que sube tanto que parece estar a punto de dar la vuelta. Y con más de cuatrocientos actos, aún hay quién le suma alguno de manera espontánea. El lunes a media mañana, desde el escenario permanente de la Plaça Vella, fuera de programa, una chica recitaba poemas ante una media docena de espectadores. El artista Albert Novellón nos explicó que era una práctica de un curso literario cuyos alumnos habían decidido, por ser Festa Major, hacerla en la calle.