Terrassa

Rosana enardeció “a fuego lento” el Parc dels Catalans

“Lunas rotas” era el título de su primer disco. “Luna nueva” se llamaba el segundo. “8 lunas” tituló el séptimo, en el 2013. Y bajo el influjo de una luna redonda en el cielo (no llena, pero visible al 93 por ciento), Rosana hizo vibrar el domingo de madrugada a miles de terrassenses en su concierto del Parc dels Catalans. Con un recital cuidado, arropada por un cuarteto de altura, la cantante canaria desplegó un surtido de calidez, primero, y luego de puro entusiasmo al cruzar el ecuador de la velada.

“A fuego lento” es una de las canciones más renombradas de la canaria. Y a fuego lento pareció cocinar su concierto. Todo hay que decirlo: a muchos se les antojó tirando a plano en su primer tramo, pero ay del que se fuera, ay del que arrojara la toalla de la noche (la hora no acompañaba tampoco, que habrá que revisar, acaso, quizás, lo de la hora de inicio de algunos conciertos: ¡las 00.30!). Ay, pues pasó que el espectáculo lo guisaban Rosana y los suyos a fuego lento, y el punto de cocción se lanzó a enloquecer en el fogón en un segundo tramo memorable.

“Lo mejor que he visto en los últimos años”, decía un hombre mientras su pareja seguía moviendo los pies y tarareando aquello de contigo tengo el alma enamorada, me llenas, me vacías, me desarmas. Porque Rosana Arbelo había volcado el Parc dels Catalans. Entre bromas sobre los bises obligados, sobre el paripé de unos que hacen como que se van y otros que hacen como que reclaman el regreso del grupo al escenario, Rosana se entregó al final en un trecho enérgico en el que la afamada artista de Lanzarote enlazó éxitos como “El talismán” o “A fuego lento” con apelaciones directas a la vida y la sonrisa.

Casi dos horas
“Voy a hacer como que me voy”, dijo, y el público debía responder que no, y venga a jugar. Y ella soltaba la palabra “maniquí” y el público debía detenerse en la postura en la que lo pillase el sortilegio. A la 1.30, Rosana cantó “En la memoria de la piel”, título de su último disco (octavo de estudio) y luego exhortó a la gente a cantar fuerte para que la oyesen desde las Islas Canarias, desde su tierra de una hora menos y un mar en medio.

“No sé qué cantar, no tenemos nada preparado”, soltó la artista al regreso para el bis fingido (luego vino otro serio), “¡maniquí!”, y la gente se paraba, ¡maniquí!, gritó antes de cantar la emocionante “Si tú no estás aquí” e hilvanarla con “Talismán” y hacer que miles de personas caminasen de lado.

Ella, sacerdotisa de la energía vital, no se podía ir sin tocar “Que te vaya bonito”. Casi dos horas duró su concierto, que acabó con Rosana y sus cuatro músicos arrodillados, dando las gracias con gesto de alabanza a un auditorio que cayó con ellos, juntos y enredados.

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