La Setmana del Medi Ambient de Terrasa cumple veintisiete ediciones. Es, por tanto, un aval para constatar que el programa de actividades está plenamente consolidado. Es por ese motivo que la gran cita del programa, la Festa del Medi Ambient en el Parc de Vallparadís, que tuvo lugar este domingo, revalidó su éxito con creces.
La ciudadanía, especialmente en familia, se volcó un año más en la propuesta que dio información sobre cómo cuidar el planeta y acogió un sinfín de actividades lúdicas amenizadas por el grupo de música Amadeu i Cia. La oferta de juegos y talleres fue el gran atractivo para niños y adultos que se mostraron expectantes por descubrir cómo funcionaban ingenios de todo tipo con material reciclado.
En la feria, que se expandió por el Torrent de les Bruixes, puestos del Ayuntamiento, organizador del evento junto a un buen número de colaboradores, así como de diversas entidades, algunas de las cuales se estrenaban por primera vez. Como el grupo de Dones d’Aigua de Terrassa –nueva entidad surgida de la Mesa de l’Aigua- que visualizaba su apuesta por la municipalización de este bien público y Enginyeres Senses Fronteres, las cuales exponían sus proyectos de cooperación internacional en el sector del abastecimiento de agua para mujeres en El Salvador.
Junto a la parte más divulgativa, la zona de entretenimiento y experimentación con material reutilizado a cargo de empresas y entidades que trabajan a favor del medio ambiente. Aquí también se vieron novedades como la presencia de un barco pirata que retaba a los terrassenses a defenderse del ataque. Los jugadores debían lanzar unas bolas contra los marinos para que estos se alejaran de la costa.
El barco pirata llamó la atención y registró colas. También las hubo en todos los juegos que invitaban a desarrollar las habilidades. En esta área, hijos y padres se deslizaban con más o menos suerte sobre patinetes y esquís; probaban suerte haciendo rodar platillos o medían su equilibrio andando sobre “xanques”. Todo hecho con madera reciclada. Pero aún había más. Unos metros más allá había otra zona donde todos los juegos estaban compuestos por utensilios de cocina que habían recobrado una segunda vida.
Talleres prácticos
Embudos, paellas, cazuelas configuraban instalaciones lúdicas donde se proponían varios retos, uno de ellos, por ejemplo, consistía en poner una bola y que siguiera su itinerario sin que ésta se saliera de su cauce. Imaginación al poder en las construcciones que reafirmaron lo que puede dar sí todo aquello que nos parece inservible, al tiempo que concienciar que los recursos naturales deben valorarse porque se agotan. Y, en este sentido, hubo talleres que explicaban como se les ingeniaban en la prehistoria para hacer fuego o ahora, en nuestros días, como se puede aprovechar la energía solar para calentar unas pizzas o como la fuerza del pedaleo de una bicicleta puede transformarse en energía y esta activa el motor de una máquina de granizados.
Los visitantes se volcaron y estimaron la oportunidad de aprender y experimentar jugando y descubriendo alternativas. “Es una feria muy atractiva”, dijo Xavi que había acudido con su mujer y sus dos hijos pequeños. “Está muy bien porque ofrece la posibilidad de jugar y manipular y esto es lo mejor que hay porque activa el cerebro y el cuerpo, a diferencia de los juegos por ordenador”. Albert, que también había ido en familia, compartió la opinión. Ambos explicaron que suelen participar de la fiesta y que es un buen motivo para concienciarse sobre el reciclaje, algo que ellos hacen en casa hace tiempo, pero admitieron que a la ciudadanía en general le cuesta mucho.
Lo corroboró el teniente de alcalde de Territorio y Sostenibilidad, Marc Armengol. “En el tema de la separación de residuos para el reciclaje estamos bloqueados. Habrá que introducir medidas. El reciclaje ya no puede ser algo voluntario sino obligatorio, porque los recursos naturales son escasos y hay que racionalizarlos”.