Catalunya será un polo de innovación en la fabricación aditiva e impresión en 3D. El centro tecnológico terrassense Leitat coordina la comunidad “Llavor 3D”, una de las once áreas en que Catalunya ha decidido especializarse como un signo de identidad y proyección hacia el futuro económico. Esta comunidad, en la que participan 31 empresas, centros tecnológicos y entidades de investigación, se engloba en el marco de la estrategia RIS3CAT, de la Generalitat, cuyo objetivo es la investigación y la innovación inteligente del país, en respuesta a las exigencias de la Unión Europea. La sede de esta comunidad será el propio Leitat, donde ayer sus miembros se reunieron para planificar el plan de trabajo de este proyecto, que se prolongará hasta diciembre de 2020.
Esta comunidad se caracteriza por el fuerte compromiso de sus miembros, que aportan entre todos la mayor parte de un presupuesto de once millones de euros. De ellos, 3,8 millones llegan de la Generalitat a través de Acció, gracias a una ayuda de los fondos europeos Feder. El resto surge del bolsillo de los socios del proyecto. “Por poner un ejemplo, si una empresa ha aportado seiscientos mil euros, sabe que sólo cien mil serán subvencionados. Y lo hace porque es una estrategia de futuro, de la que se espera un retorno”, explicó ayer Magí Galí, coordinador del proyecto. El objetivo final es acelerar el desarrollo y adaptación de las tecnologías de fabricación aditiva e impresión 3D por parte de la industria y que este ámbito tecnológico catalán acabe siendo un “referente a nivel europeo”, añade Galí.
El plan de trabajo es muy ambicioso y persigue obtener resultados prácticos aplicables a la industria para mejorar sus procesos. Según Galí, se han establecido cuatro líneas de trabajo para desarrollar la fabricación aditiva y la impresión 3D; el desarrollo de nuevas herramientas de software, nuevos materiales, procesos productivos más eficientes y versátiles, y nuevos procesos y tratamientos superficiales.
Representación
“Necesitamos nuevas herramientas de software para representar virtualmente lo que vamos a imprimir después. También buscar nuevos materiales que puedan ser transformados en impresión 3D y aporten valor añadido”, comenta Magí. También se trabajará en el postproceso, con la creación de nuevos acabados, y finalmente, en la “validación de todos los conocimientos que se hayan creado en aplicaciones industriales muy concretas”. De estas cuatro líneas de actuación, dos estás lideradas por el Leitat, una por el Cimne y otra por la Fundació CIM. En cualquier caso, todos los socios trabajan de manera coordinada, aunque sus estudios se enfoquen, posteriormente, a diferentes campos industriales. Para las empresas, estas tecnologías ya representan una alternativa para diseñar, desarrollar y producir de manera sostenible nuevos productos que fortalezcan su competitividad. El plan de actuación de esta comunidad prevé el desarrollo de este tipo de tecnología en los sectores de fabricación de utillajes, la mejora de productos y procesos industriales, el transporte y la salud. “Por ejemplo, podemos ayudar con tecnologías médicas en el ámbito de los quirófanos, donde las expectativas son espectaculares”, comenta Galí. En este sentido, recuerda el caso del Hospital de Sant Joan de Déu, que imprimió en 3D un modelo que reprodujo un tumor que afectaba un hueso de un niño de 8 años. Los cirujanos pudieron ensayar primero la operación, por lo que luego resultó menos complicada y de menor duración. La comunidad persigue crear un ecosistema de I+D en tecnologías de fabricación aditiva. “Queremos que esta semilla se convierta en un árbol inmenso que facilite a las empresas trabajar en este sector”, afirma Magí Galí.