Es imposible que llueva a gusto de todos. Y la ubicación de los contenedores de residuos, amén de la suciedad que invade de forma recurrente algunos puntos, ha suscitado unas cuantas quejas públicas de usuarios en las últimas semanas. La instalación de algunos de los 775 contenedores nuevos de carga lateral, con más capacidad y con pedal para no tocar la boca de aportación al recipiente, ha acarreado críticas en las últimas semanas entre vecinos y comerciantes. A las reclamaciones sobre esas baterías se suman las relacionadas con recipientes de los antiguos.
En la calle de Vallparadís, casi en la esquina con la de Escudé (Segle XX), hay diez contenedores juntos, un área de aportación que trae de cabeza al vecindario. En muchas ocasiones, las basuras se amontonan tanto en los recipientes como fuera; cuando es fuera, no se puede transitar por allí porque la acera es estrechísima. Que si muebles, que si elecrodomésticos, que si cajas, que si residuos convencionales que atraen a roedores, moscas y mosquitos, que si malos olores en verano que obligan a vecinos a cerrar ventanas. Como los recipientes son antiguos, algunos no se cierran bien y el hedor se extiende.
Cambio de acera
"Quizás la solución pase por cambiar la situación de los contenedores a la otra acera, aunque eso obligue a cambiar también el estacionamiento. En ese lado no hay ventanas de viviendas en la planta baja", propone Marta Boned, vecina de la zona que sufre a diario las trabas en la acera y los problema de insalubridad en casa. Les han entrado en el domicilio cucarachas y una rata. También dos gatos, para compensar. Otra propuesta pasa por reducir el número de unidades en ese tramo. Acaso dos o tres aquí, otros en otra zona próxima.
Marta ha llamado un sinfín de veces al Ayuntamiento y ha cursado una instancia escrita destacando que en el caso de la calle de Vallparadís no se sumple el criterio de distancia (un paso libre de 1,5 metros) entre los contenedores y la línea de fachada. Cuando las unidades se llenan de desechos, a esta vecina y a su pareja les parece tener las basuras "dentro de casa, en el comedor y la cocina", pues habitan una planta baja.
"Es un foco de parásitos, olores insoportables, insectos, incluso roedores", dice la joven en su escrito a la administración. Marta está a punto de dar a luz y ha sufrido los rigores de la situación durante su embarazo. Pide al Ayuntamiento una solución urgente que sólo el Ayuntamiento tiene a su alcance. Ruega celeridad porque no descarta mudarse provisionalmente de vivienda, con los siguientes perjuicios, si lo suyo no se solventa.
Antonio Navajas es vecino de Can Palet. Habla de "descontento vecinal". Con la instalación de los nuevos contenedores ha llegado la polémica a la zona del barrio en la que reside, en la confluencia de la calle de la Agricultura con la avenida de Les Glòries Catalanes.
Las unidades de recogida estaban antes en la avenida, frente a la valla del tramo industrial emplazado en un desnivel, sin viviendas. "Allí no molestaban a nadie", subraya Antonio Navajas. Hace unas tres semanas, el Ayuntamiento eliminó aquel punto de recogida y colocó los cinco nuevos contenedores de recogida lateral en la calle de la Agricultura, a pocos metros de la esquina con la avenida. Allí sí molestan y seguramente molestarán más en verano, teme el vecindario. Ya empieza a haber residuos que algunos incívicos depositan fuera de las unidades, en la acera, obstaculizando el paso.
Los contenedores antes radicados en la calle de Ramón y Cajal han desaparecido. Toda la aportación de la zona ha sido concentrada en Agricultura. Tanto en Can Palet como en otros barrios de Terrassa los cambios de ubicación de las áreas no han evitado que muchos usuarios sigan acudiendo, como de costumbre, a los sitios donde estaban antes los contenedores. Y si no están, da igual: allí, en el suelo, dejan las basuras para no desplazarse. Los empleados de Eco-equip lo están notando.
Quince en noventa metros
El Consistorio ha instalado cinco contenedores nuevos, uno por cada fracción de residuos, en la esquina de la calle de la Poetessa Caparà con la del Doctor Ferran, junto a la avenida de Jaume I. En el espacio de dos metros que media entre la línea de recipientes y la acera se acumulan los residuos de diversa índole, pues algunos usuarios conciben ese tramo como contenedor a ras de suelo. Hay tresillos, por ejemplo, como casi siempre los hay no muy lejos, en la calle de Tarragona y en la confluencia de la del Doctor Ferran con la de Manresa.
En la misma calle de la Poetessa Caparà, a unos ochenta metros del primer grupo de depósitos de basura, el Ayuntamiento ha colocado otra tanda; otros cinco recipientes de recogida lateral. Y a unos diez metros, una hilera de cinco más. En total, quince en un recorrido de menos de cien metros. "¿No son demasiados?", dice una comerciante de la zona disconforme con la concentración de unidades y con la decisión de colocar varias justo enfrente de su negocio.
A tenor de una encuesta municipal, la limpieza en la vía pública es una de las asignaturas pendientes de la gestión pública en Terrassa. Unas veces por la discutida frecuencia de recogida de residuos. Otras, por el galopante incivismo de muchos egarenses.