En el día de hoy se celera el Día Internacional de la Mujer. Una conmemoración que, a diferencia de otras muchas a nivel mundial, sigue siendo más reivindicativa que nunca. Hace más de un siglo de la primera manifestación feminista. Fue un 28 de febrero de 1909 en Nueva York cuando miles de mujeres salieron a la calle para homenajear a las 146 trabajadoras de una fábrica textil, que murieron calcinadas tras negarse a abandonar su encierro contra los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.
Fue la primera señal de alerta para denunciar y concienciar a la sociedad de que las políticas y las prácticas en todos los ámbitos debían de cambiar en pro de una sociedad más justa en el rol de género. Desde entonces se fue instaurando el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer y su conmemoración se extiende desde hace tiempo en todos los países.
El punto de partida de la conmemoración fue laboral pero en los últimos años se ha extendido a todos los ámbitos. En la de este año prima la reivindicación en el empleo pero en muchas cosas más por lo que la protesta se ha generalizado en 150 países. con paros, concentraciones y manifestaciones.
Involución
Los movimientos feministas abanderan este año el lema “Si la mujer se para, el mundo se detiene”. El mensaje es claro y directo. Quieren constatar que la mujer en pleno siglo XXI suele hace dos jornadas, la del trabajo profesional y la doméstica; que es la principal responsable del cuidado de los hijos y de los mayores. Y no solo eso. Los colectivos desean que este 8 de marzo sirva también para denunciar y evidenciar que continúan siendo víctimas de agresiones machistas y también objeto de promoción y manipulación para el mercado consumista.
Mercè Gómez, presidenta del Casal de la Dona de Terrassa, anima a salir a la calle por los motivos descritos. “Es bueno hacer memoria histórica y reconocer que, afortunadamente, la mujer se ha revalorizado y posicionado pero la sociedad, en general, no avanza al mismo ritmo. Damos un paso hacia adelante y dos hacia atrás. El tema laboral y la violencia de género son indicadores de esta involución y necesita soluciones “urgentes”.
Gómez subraya que “la precariedad laboral tiene rostro de mujer porque no sólo hay una brecha salarial por el mismo trabajo sino que la mujer suele tener contratos mucho más precarios y después hay muchísimas mujeres invisibles que padecen discriminación y agresiones”. Cita, por ejemplo, a las mujeres pensionistas, viudas y jubiladas, muchas de las cuales subsisten con cuantías escasas que les obligan a hacer verdaderos equilibrios.
Magda Farrés es una de ellas. “Tuve un buen trabajo hasta los 50 años. Cerró la empresa y busqué trabajo pero sólo tuve acceso a empleos muy limitados con poca retribución. Me jubilé y me hicieron el cómputo de los últimos quince años y como fueron los que había cotizado y cobrado menos me quedó un pensión bajo mínimos. Cobró 600 euros. ¿Llego a fin de mes? Hay que llegar y he desarrollado mucha imaginación e ingenio. Es mi caso pero hay muchísimos más. Es lo que llamamos el techo de cristal, la fragilidad de tantas mujeres que rozan o están en la pobreza. Y muchas de nosotras hicimos los deberes. A mi se mi hubieran hecho el cómputo de todos los años de trabajo, más de cuarenta, me hubiera quedado una pensión más digna”. Farrés, activista en la transición democrática, participará en una mesa redonda el próximo 14 de marzo junto a otras líderes políticas, obreras y vecinales, para dar visibilidad a la lucha feminista antes de la recuperación democrática.
Fuera de los libros de texto
Es un acto promovido desde el grupo Sabates Vermelles del Casal de la Dona convencido de que hay dar más voz y presencia a las mujeres porque la historia se olvida de ellas en muchas ocasiones. Así lo considera Carmina Rodellar, maestra y directora de la Escola El Vallès. “Dentro del currículo escolar, la mujer es ignorada en muchísimas áreas; como en la historia, en la ciencia, en las matemáticas… Sólo aparecen las que son reinas y jefes de Estado cuando hay tantísimas mujeres que han liderado los cambios científicos y tecnológicos que nos han permito avanzar”.
Rodellar significa que la educación, la escuela, es importantísima para avanzar en la equidad de sexos. “Hay que trabajar en la coeducación para que los niños se desarrollen en un trato de igual a igual. No avanzaremos si continuamos marcando un gran espacio para jugar a fútbol en el colegio y dejando un espacio periférico a las niñas para saltar a cuerda”. Fútbol, uno de los deportes con más arraigo en el colectivo de hombres. En la cultura popular, las colles cartelleres también tienen históricamente ADN masculino. Isolda Sucarrats, presidenta -la primera- de Minyons de Terrassa, subraya que esta colla local trabaja por la equidad (está impulsando un plan de género) pero admite que en este sector aún hay sensibilidades distintas. “A veces hacemos bandera de que fuimos la primera colla castellera donde las mujeres subieron a los troncos en los castells. En su momento, este tema, absolutamente normal para nosotros, no gustó demasiado en los sectores tradicionales de los castells”.
Sucarrats considera que hay mucho trabajo por hacer en todos los ámbitos sociales para “lograr la igualdad, el respecto y los derechos de las mujeres pero creo que en Minyons, como colectivo, hay conciencia de que debe ser así”.
En la consulta médica
Núria Rovira, médico y secretaria de los hospitales concertados del Sindicat de Metges de Catalunya, apunta que, a pesar de que la sanidad, como la educación , tiene más rostro femenino que masculino no hay la misma valoración. “La mujer sigue discriminada porque se ve perjudicada cuando está embarazada y tiene que pedir permiso de maternidad y no puede hacer guardias porque debe cuidar de sus hijos o mayores o de ella misma”.
Subraya Rovira también que “en el trato profesional aún hay hombres que, por cultura y patrones de antaño, se dirigen a las mujeres médico pensando que son enfermeras y nos llaman ‘nenas”. Sin embargo, si ven a un hombre no tienen duda. Directamente lo asocian con un médico aunque también puede ser enfermero. A mí me ha pasado más de una vez en el hospital”, señaló.