La junta directiva de la patronal catalana Foment del Treball Nacional ha decidido esta semana expulsar temporalmente de la organización a Cecot, la patronal vallesana con sede en Terrassa. Las razones esgrimidas por la institución que dirige Joaquim Gay de Montellà se refieren a la vulneración por parte de Cecot de los estatutos de Foment y de acuerdos concretos firmados de forma bilateral entre las directivas de ambas organizaciones, tales como vinculación unilateral de Cecot a la Taula per la Democràcia, apoyo a la denominada “Aturada de País” después de los hechos del 1-O y la carta dirigida al ministro de Economía, Luis de Guindos en relación al real decreto que facilitaba la deslocalización de sedes sociales de empresas de Catalunya hacia otros lugares del Estado.
Al margen de las razones esgrimidas por la directiva de Foment para armar el expediente de expulsión, que no olvidemos que debe ser ratificado en la asamblea, y sin entrar en las consideraciones tanto de tipo “procesal” como de fondo a las que se refiere Cecot en su pliego de alegaciones, lo que resulta evidente es que este episodio es la culminación de una serie de desencuentros que en contra de lo que se comentaba ayer en algunos medios viene de hace más de dos años entre Foment y Cecot y podríamos decir que más concretamente entre sus presidentes, Joaquim Gay de Montellà y el terrassense Antoni Abad.
Deberíamos remontarnos para entender la situación actual a la sucesión de Joan Rosell al frente de Foment y a la pugna por el poder en la organización que acabó con Gay de Montellà al frente y Toni Abad fuera de la ejecutiva. Las heridas que se abrieron entonces todavía no han cicatrizado y, efectivamente, se han unido toda una serie de cuestiones que van desde la linea marcadamente favorable al procés de Cecot, que no se ha digerido bien en Foment, hasta lo que se han considerado extralimitaciones por parte de la patronal terrassense. Ejemplos que han causado incomodidad en Foment ha habido más de los que aparecen en el expediente de expulsión, como es el caso de la reiteración de Cecot de celebrar su fiesta, “La Nit de l’Empresari” en Barcelona y no en su ámbito territorial, una fiesta que, por lo demás, se ha convertido en los últimos años, según se ha percibido en Foment, como un acto de reafirmación independentista.
Por otra parte, como medida defensiva, Antoni Abad hizo coincidir el anuncio de su candidatura a presidir Foment con el del expediente de expulsión. Le medida de la directiva de Foment pretende, también, debilitar la candidatura de Abad situándolo fuera de la organización temporalmente. Al final todo se reduce a una pura lucha por el poder, aunque no se puede negar que el trasfondo político es relevante pues el resultado final de esta pugna determinará el perfil futuro de la patronal catalana.