Terrassa

Las casitas de la curva: el microbarrio olvidado

En una curvatura de la carretera de Rellinars hay una decena de viviendas con carencias de servicios y una inquietante sucesión  de accidentes de tráfico. 

Junto al cañizal que separa la carretera de una hípica hay esparcidos restos de vehículos, parte de un parachoques por aquí, un trozo de plástico por allá, diminutos cristales en el arcén. Enfrente están Les Casetes de la Corva, microbarrio de una decena de casas levantadas hace décadas. Microbarrio con aire de pedanía olvidada en una ciudad de 216.000 habitantes. Grupo de viviendas con carencias de servicios y con residentes que digieren como pueden ese "ay" en el cuerpo que los embarga a diario, porque no es sencillo vivir en una curva que muchos vehículos trazan como si no hubiera un mañana.

El grupo de edificios lleva ese nombre en los planos municipales: Les Casetes de la Corba. Un topónimo oficioso pero inequívoco: ese microbarrio, perteneciente a Poble Nou-Zona Esportiva (se presume), no podía llamarse de otra manera. Quizás, "la curva de los sobresaltos".

En varias fachadas se aprecian desconchones producidos no por el paso del tiempo o el descuido de los moradores, sino por colisiones de coches. Se ven claras las tres lamas nuevas de una persiana que un vehículo dejó maltrecha. Se ven restos de cinta de la Policía Municipal atados al tronco de una vid. A Mercedes Merino le han chafado el coche dos veces. "Siniestro total las dos", resume esta mujer, avecindada en este tramo desde hace treinta años. Tenía el vehículo aparcado a las puertas de su vivienda, en esa suerte de mezcla de arcén y acera informal que son los aledaños de las casas. "Ahora lo aparco enfrente", informa. Enfrente se dibuja una explanada que algunos vecinos usan de aparcamiento.

Mercedes ha presentado un par de reclamaciones al Ayuntamiento por la sucesión de accidentes, porla inseguridad viaria y el peligro para personas, coches y domicilios que entraña tal serie de colisiones, y las que seguramente vendrán.

Los impuestos
No hay más que ver cómo circulan algunos vehículos en el sector, cómo entran en la curva, cómo bajan y cómo llegan a un paso de peatones situado junto a una rotonda camino del casco urbano. La segunda reclamación es reciente. La primera la interpuso un par de décadas atrás. "Me dijeron que este tramo de carretera es competencia del Gobierno español. ¡Pero nosotros pagamos los impuestos en Terrassa", exclama.

Claro, porque son de Terrassa, aunque en muchas ocasiones les parezca que no. Y no sólo por el riesgo físico de la curva y las velocidades, sino por las carencias en servicios. No hay suministro de gas ciudad, e internet llega como llega, renqueante, y las cartas las reparte el cartero "cuando puede".

El alumbrado público desaparece antes de la curva, viniendo desde Poble Nou. "Escribí a Jordi Ballart (alcalde hasta el 2 de noviembre) y, al menos, empezaron a encender antes las farolas", indica la vecina. "Y nos faltan contenedores", añade. Y concluye, rotunda: "Nos sentimos desatendidos. Estamos a las afueras para todo, menos para pagar impuestos".

Los vecinos proponen algunas medidas para atemperar el riesgo de accidentabilidad: acaso algún badén que obligue a los vehículos a reducir la velocidad, acaso "algún semáforo de precaución". Santiago Hernández sugiere "un par de badenes" porque los coches llegan "embalados" a la curva donde tiene su morada, donde vive desde que contaba 21 años. "Y tengo ya 74. Cuando llegué, la casa ya estaba construida", recuerda. Lo que no puede ser es que a veces se sienta "como si viviera en otra nación".

El riesgo
Alfonso Naharro reside en una de las casas desde hace diez años. Asegura sentirse a gusto allí, pero alerta del problema de seguridad viaria. Su furgoneta, que aparca a las puertas de su vivienda, ha sufrido tres impactos de vehículos en los últimos tres años. "En el último accidente la furgoneta acabó en mitad de la calzada", afirma, y hace hincapié en el riesgo que el tramo supone para los muchos ciclistas que a diario, y sobre todo los fines de semana, transitan por la carretera de Rellinars. Sí, tal vez unos badenes podrían ayudar, sugiere.

Un automóvil se dirige a Terrassa a velocidad endiablada, curva a la derecha. Alfonso pone en marcha su vehículo y sale del arcén-acera con suma cautela. Santiago observa el paso de coches. "El cartero sube los lunes", dice.

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