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¿Artrosis? Mírate el dedo índice

Si quiere conocer su posibilidad de padecer artrosis, ¡observe su mano! La proporción entre los dedos índice y anular, denominados 2D y 4D, en referencia a su posición respecto del pulgar, parece indicar cierto riesgo de artrosis, según un estudio realizado hace diez años por el departamento de Reumatología de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido. La investigación, basada en el análisis de 2.049 pacientes, revelaba que tener un dedo índice más corto que el anular representa una mayor probabilidad de sufrir un deterioro del cartílago de la articulación de la rodilla, sobre todo entre las mujeres, puesto que en ellas normalmente estos dedos tienen una longitud similar.

Llega con la edad
La artrosis es la enfermedad reumatológica más frecuente en los países occidentales y la principal causante de incapacidad o invalidez de todas las enfermedades crónicas.

De acuerdo a algunos expertos, incluso puede ser la enfermedad más frecuente del ser humano desde el momento en que éste adoptó la marcha sobre dos extremidades, hace decenas de miles de años, lo que produjo que algunas articulaciones del cuerpo fueran sometidas a una carga que en ocasiones resulta excesiva.

La dolencia aparece especialmente en personas mayores de 50 años, sobre todo en mujeres. A una edad avanzada, las personas acumulan muchos factores de riesgo y patología degenerativa. Las articulaciones son elementos anatómicos especialmente afectados por la degeneración y el paso de los años.

Esta enfermedad se produce como consecuencia de la degeneración del cartílago y está vinculada con el envejecimiento de las articulaciones y, por tanto, con la edad. Aunque también puede aparecer en jóvenes como consecuencia de traumatismos o problemas congénitos que afecten a la articulación, se inicia, en general, a partir de los 40 o 45 años.

En el caso de la población femenina, la frecuencia de la artrosis experimenta un brusco aumento con la pérdida de las hormonas sexuales debido a la llegada de la menopausia, en torno a la aparición de los 50 años. Sin embargo, no se ha podido demostrar que los estrógenos tengan un papel fundamental como protector en la artrosis de la mujer y no se puede atribuir la artrosis sólo a una causa, en este caso, a la pérdida de estrógenos, según los especialistas en salud ósea.

En el desarrollo de la enfermedad, vinculada al envejecimiento, son también importantes otros factores de riesgo genético y medioambiental, como una gran carga de actividad en la articulación, las lesiones, determinados estilos de vida, la obesidad o el hecho de ser mujer.

El principal síntoma de la artrosis es el dolor. En estadios más avanzados, la enfermedad se presenta con cierto grado de rigidez, con limitación de los movimientos, mejorando cuando se pone en movimiento la articulación.

Desde el punto de vista clínico y radiológico, la etapa más avanzada de la enfermedad revela un agravamiento del dolor. Los síntomas de la artrosis aparecen incluso en reposo y por la noche.

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