La larga huelga de los examinadores de Tráfico ha acabado. De momento. Asextra, la asociación de examinadores, desconvocó ayer la serie de paros que el colectivo realizaba desde junio. Detuvo la superhuelga después de reunirse con grupos parlamentarios en Madrid, a excepción del PP, y arrancar el compromiso de incluir en los presupuestos del 2018 una partida de 3.000.000 de euros para incorporar a sus nóminas el complemento específico salarial que demandaba: unos 250 euros al mes. Los paros han generado un caos en las autoescuelas, que han visto menguar sus ingresos por la falta de alumnos. Muchos aspirantes al carné no se apuntaban: no sabían cuándo podrían "subir" a examen.
El conflicto, de más de cinco meses, con 59 jornadas de paros, deja más de 230.000 pruebas prácticas suspendidas, más de 120.000 permisos sin expedir y un déficit de facturación millonario en el sector de las autoescuelas, asegura la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE). Según esta entidad, "algunas jefaturas provinciales tardarán en disolver el tapón de alumnos que no han podido pasar la prueba de circulación". Queda pendiente, añade esta confederación, el problema de fondo: la escasez de examinadores en la plantilla de numerosas jefaturas de Tráfico, incluida la de Barcelona, la que afecta a Terrassa. Esas carencias ya provocaban tal desequilibrio en el trabajo de los centros de formación vial que muchos, incluidos los terrassenses, adoptaron decisiones propias para limitar el acceso de sus alumnos a los exámenes.
Aquella precariedad, sin embargo, parece un oasis en el recuerdo para los responsables de las autoescuelas, en comparación con el descalabro sufrido por culpa de la huelga. Jordi Bach, director de la autoescuela La Rambla, afirma que los últimos meses han supuesto "una ruina" para el sector.
Despidos
Han sido muchas las noches sin dormir, muchas las explicaciones reclamadas por alumnos enojados y, sobre todo, muchos los efectos económicos, que han acarreado despidos de trabajadores en los centros de formación. En La Rambla, un despido, en otra escuela terrassense, tres, en otra uno más… "Ha sido durísimo, mucho más de lo que cabía imaginar. La mayoría de centros nos hemos visto obligados a pedir préstamos para intentar salir adelante", asegura Bach. Muchas escuelas han debido esperar dos meses para poder presentar a alumnos a los exámenes prácticos. "Una ruina", reitera.