El equipo de gobierno del alcalde Alfredo Vega tiene ante sí un gran reto, que es el de gobernar la ciudad con nueve concejales, si los pactos no lo remedian, durante algo más de un año. Ese gran reto está compuesto de otros más pequeños, como es la consolidación de la municipalización del suministro del agua o las modificaciones que precisa el POUM, este último, un tema de gran importancia que avanza el gran debate sobre la planificación urbanística de la ciudad.
Los planes de ordenación son en realidad la gran hoja de ruta de los municipios puesto que no sólo marcan cómo será el crecimiento urbanístico de los pueblos y ciudades, sino que definen cual será su perfil futuro. A excepción de Ciudadanos, que insiste en que es imprescindible la apertura de un nuevo POUM, el resto de formaciones consideran que no debe haber precipitación. Coinciden en que no es el mejor momento para abrir el melón de una nueva ordenación de la ciudad. Probablemente no sea lo más oportuno; al momento de excepcionalidad política debemos unir una situación de debilidad en el equipo de gobierno como no se recuerda desde 1979 y falta poco más de un año para las próximas municipales. Se augura, por tanto, un resto de mandato de subsistencia, pero eso no quiere decir que se deban obviar o rehuir debates de importancia para la ciudad, aunque no signifique asunción de compromisos o incluso aprobación de modificaciones.
Ese es probablemente uno de los grandes debe de la ya extinta “administración Ballart”, que habrá que ver cómo reconduce al alcalde Vega, si es que decide afrontarlo. Su equipo tiene detectados al menos diez grandes asuntos que revisar del actual POUM; recordemos, un plan aprobado definitivamente en 2003, en plena burbuja inmobiliaria y condicionado por unas perspectivas de crecimiento y unas condiciones que ni se dan en este momento ni probablemente se volverán a dar.
No sabemos el grado de desarrollo de ese decálogo, si alguno de los puntos que lo componen está en condiciones de ser sometido a votación en el pleno ni si los partidos estarán dispuestos a asumirlos en lo que queda de mandato, pero de lo que no cabe duda es de que cuanto más se hable de la ciudad y de su futuro, mejor. Hablar de futuro en una ciudad es hablar del plan de ordenación, y aunque no se abra la revisión en toda su dimensión, ese decálogo debe, al menos, debatirse. La vigencia del acual POUM depende de ello.