Desconectad los móviles antes de ir a la reunión, ya están preparadas las partituras. Las partituras eran las papeletas. Los organizadores del referéndum del 1 de octubre en Terrassa usaron estos códigos en los movimientos que precedieron a la jornada del domingo pasado. Los de logística nada sabían de los locales, y a la inversa. Las papeletas llegaron a Terrassa el jueves. Eran 160.000 mil. Las guardó en un trastero uno de los organizadores, un político local, según ha podido saber este diario. Las 180 urnas llevaban en Terrassa quince días. Las guardaba otra persona en su garaje. Este es un repaso a algunos de los momentos y los datos más relevantes de los últimos preparativos del referéndum en Terrassa.
Meses atrás. El montaje del referéndum no fue obra de unas pocas semanas. Meses atrás miembros de ERC, la CUP y el PDeCAT, con la colaboración sabida de Òmnium Cultural y la ANC, ya trabajaban con intensidad, con reuniones periódicas y contactos telefónicos. Cuando el Govern se decantó por el plan B, tras desistir de una convocatoria electoral "normal", dijo a los organizadores que el ejecutivo se encargaría de suministrar el material.
Nadie lo sabe todo. Las reuniones se suceden, a razón de una media docena al mes. Esas, las oficiales u oficiosas. En la última semana, la frecuencia es mucho mayor y la premisa, clara: no todos lo sabían todo. Los encargados de gestionar la apertura de colegios no sabían de la logística, y al revés. El 21 de agosto tuvo lugar una reunión para definir los espacios donde votar en Terrassa. La mayor parte de las reuniones tenía lugar en Barcelona. Sólo tres personas en Terrassa sabían cómo y cuándo llegarían las urnas a la ciudad, y dónde irían a parar. Sólo tres, otras tres, conocían los pormenores de la entrega y depósito de papeletas y sobres.
Conversaciones secretas. Los involucrados en la organización se relacionaban entre ellos y con los contactos de otros sitios por teléfonos móviles, pero sobre todo sin llamadas directas ni mensajes a través de la aplicación más usada. Según ha trascendido, utilizaron Signal y Telegram porque el acceso a estas aplicaciones desde el exterior es más restringido.
Móviles apagados. Una cosa es usar los teléfonos móviles para conversaciones, para transmitir datos, propuestas y contactos. Otra cosa es hacer uso de los dispositivos electrónicos cuando hay una cita en persona. Los organizadores más activos de la jornada no utilizaron sus móviles desde minutos antes de los encuentros, para evitar, o al menos minimizar, la posibilidad de localización. "Apagábamos los móviles antes de llegar al lugar donde habíamos quedado", admite uno de los organizadores.
Las urnas. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su gobierno presentaron el material del referéndum el viernes al mediodía. Las urnas no eran totalmente transparentes, como las utilizadas en las elecciones, ni de metacrilato, sino de plástico blanco. Muchos pensaron que a partir de la presentación oficial se distribuirían esas cajas en las diversas poblaciones. Pero en muchas, al menos en Terrassa, las urnas estaban almacenadas ya desde hacía semanas.
Desde Francia. Según presumen fuentes cercanas a la organización, las urnas arribaron a Catalunya desde Francia, se sospecha que transportadas por mediación de un empresario. Y no ocurrió la semana pasada, ni la otra. A su llegada, el material fue repartido a las personas encargadas exclusivamente de su recepción y almacenamiento. En Terrassa, las urnas para el referéndum acabaron en una vivienda.
Quince días antes. Mientras se disparaban las murmuraciones sobre si las urnas serían las oficiales y se custodiaban locales públicos para que nadie se llevase las auténticas, resultó que las urnas estaban guardadas en los lugares desde donde serían transportadas en el último momento a los equipamientos donde la gente estaba citada a participar en el referéndum. Según fuentes de la organización, las cajas de plástico estaban almacenadas en el garaje de una vivienda de Terrassa, cuando menos, desde quince días antes del día del referéndum. El "guardián", al parecer, no es un político. Baste señalar como ejemplo del secretismo de unos organizadores con otros, que uno de los principales impulsores del referéndum en la ciudad se enteró de que las 180 urnas ya estaban aquí durante la misma semana del 1-O. Las cajas estaban embaladas y encajadas de doce en doce.
Las papeletas. Un político terrassense recibió el mensaje el pasado jueves. Debía estar preparado para la entrega de papeletas y sobres. Él era el encargado de guardar las "partituras". Quedaron al mediodía en un aparcamiento al aire libre en las afueras de Terrassa. El contacto y el destinatario se dirigieron a ese aparcamiento, pero estaba cerrado. La entrega se realizó en una carretera, cual acto furtivo. El político metió los paquetes con las 160.000 papeletas y 50.000 sobres (el viernes llegó otra remesa de estos) en su maletero y acudió al bloque de pisos donde reside. Descargó el material en su trastero.
¿No serás tú?. Entre el viernes y el sábado, el material se distribuyó desde las dos viviendas a una veintena de personas más, que lo llevaron a sus domicilios para transportarlo el último día a los locales. El político que había almacenado las papeletas se encontró con un vecino en el parking. El vecino, al ver el trasiego, le preguntó, medio en serio medio en broma: "¿No tendrás tú aquí las urnas?". No, respondió el guardián. Y era verdad. Las urnas, no, pero sí las papeletas.