Las demoras en el servicio de autobuses municipales han provocado en los últimos días un alud de protestas de usuarios; Tmesa reconoce que esta semana ha sido “muy complicada”.
Llego tarde al médico, suelta una usuaria resguardada bajo la sombra de un árbol porque en la parada (esa es otra) no se puede estar. Llegará tarde, bastante. Y un hombre que cabecea con cabreo en aumento llegará tarde al trabajo, porque el autobús de las avenidas tarda en aparecer por la de Jaume I, junto a la plaza del Aigua. "Ayer pasó lo mismo", apunta una mujer. El miércoles pasado, en la plaza del Doctor Robert, unos cuantos viajeros esperaron más de una hora el 6.
El ambiente se vuelve levantisco en muchas paradas a determinadas horas del día, sobre todo cuando el sol aprieta en esta canícula. Esto no puede ser, dice una mujer mayor mientras busca complicidades y camaradería con miradas al resto de pasajeros potenciales. José está a punto de pasar del bus de Tmesa y confiar su trayecto al Centre a sus pies, fiable modo de locomoción en su caso. Pero cualquiera camina a esta hora, las 2.45 de la tarde, durante treinta minutos. Se puede, claro, pero José no considera apropiado llegar al trabajo exhausto y sudoroso, implorando una ducha imposible.
Por fin asoma el 8 por la avenida abajo. Se vislumbra su silueta magenta desde la plaza del Aigua. "Ya viene, ya viene", anuncia una joven mientras extrae la tarjeta , la T-25. La indignación no sólo no se atempera sino que va en aumento aunque el objeto de deseo ya esté aquí. O quizás por eso, porque los chóferes se convierten muchas veces, muy a su pesar y seguramente de manera injusta, en los destinatarios de la ira expresada de manera más o menos civilizada, y algunos esperadores arden en ganas de manifestar su hartazgo. La cara del conductor, prietos los labios, cansado el gesto, los hombros encogidos, atenúa el aluvión de quejas. No hacen falta palabras. Él no tiene la culpa, señala José a un compañero de espera que parece presto al alzamiento verbal pero se contiene.
Los indignados
"Llamen al teléfono de quejas", recomienda otro autobusero a la legión de indignados que entran poco a poco en el vehículo después de aguardar largo rato bajo el sol inclemente en otra parada.
Margarita ha acabado su jornada laboral a la una y tiene que viajar hasta casa para sustituir a su marido al cuidado de sus hijos, pues luego le toca a él acudir a su puesto de trabajo. Margarita prevé llegar a su domicilio a la 1.30, minuto arriba minuto abajo. Pues no. Se apresta a tomar un bus de la línea 6 en la plaza del Doctor Robert, pero transcurre el tiempo y por allí no se divisa el dichoso autobús. Una compañera de espera la intranquiliza aún más. "Yo llevo mucho rato aquí…".
El vehículo arriba una hora tarde. Quizás ese bus circule con puntualidad, pero se presume que el anterior no ha pasado, ni el anterior del anterior. Cuando reanuda el viaje, el conductor debe emprender tres intentonas cada vez que quiere cerrar las puertas después de cada parada. "¡Este autobús no pasa la ITV!", exclama un usuario.
Tmesa admite problemas
Es posible. De hecho, unos cuantos vehículos de la flota de Tmesa están para el arrastre desde hace mucho tiempo. La empresa mixta de transporte urbano reconoce los fallos y confiesa, a través del Ayuntamiento, que esta semana ha sido "muy complicada".
Tmesa achaca las anomalías padecidas a las altas temperaturas veraniegas, que han obligado a los aparatos de aire acondicionado a ir a tope, con los consiguientes recalentamientos en buses viejos y achacosos. El aire frío se escapa debido a las continuas aperturas y cierres de las puertas y los autobuses no pueden transitar con las puertas abiertas. Los 37 grados alcanzados el miércoles, por ejemplo, provocaron dificultades en coches con horas y horas de circulación.
El Ayuntamiento espera que la situación empiece a cambiar a partir de hoy. Y es que para esta mañana ha programado la presentación de catorce nuevos autobuses, que este próximo fin de semana empezarán a circular. Son buses híbridos (de gasóleo y electricidad) que, según el gobierno local, "comportarán una notable reducción del impacto ambiental del transporte público". Y que, por suerte, "jubilarán" a otros ya renqueantes.