La Rambla d’Ègara se convirtió ayer lunes de Festa Major, por la tarde, en un recinto de competiciones diversas, entre estas la 5ª edición de la Baixada d’Andròmines, nombre que toma esa exhibición de pequeños autos locos fabricados en casa con material reciclado. En esta edición se inscribieron diez equipos pero no todos pudieron cumplir con su propósito, al menos, en la primera vuelta, a causa de problemas técnicos sobrevenidos a última hora.
Y es que inventar un pequeño artefacto para correr sobre el asfalto no es fácil. Hay que tener imaginación para con el diseño pero sobre todo hay que saber de técnica para que al auto funcione. En el certamen de ayer se pudieron ver ambas cosas; o sea ingeniosos cacharros que hicieron el recorrido (unos quinientos metros) con mucha prestancia y seguridad, algo que hizo las delicias de los centenares de espectadores que esperaban impacientes a pie de calle.
Los participantes, con sus autos personales, salieron sobre las seis de la tarde de la plaza Didó, bajaron La Rasa y un tramo de la Rambla hasta la altura del Mercat de la Independència. Cada equipo lo hizo en solitario y con un margen de tiempo respecto al que le precedía para así poder transitar con toda tranquilidad. El circuito era breve pero no por ello sencillo. La expectación máxima tenía lugar en las curvas, especialmente en el giro de plaza de Enric Granados con la Rambla. Allí es donde se concentró también más público porque permitía ver las divertidas “andròmines” bajando a toda velocidad por La Rasa y comprobar también cómo resolvían el giro citado. Y lo cierto es que todos los participantes salieron muy airosos del reto, lo que generó intensos aplausos del respetable.
En familia y en solitario
Los equipos participantes tuvieron en común su vínculo familiar. La mayoría de ellos estaban integrados por padre e hijos como en el caso de David, que contaba con dos copilotos, Héctor, de 6 años, y Sofia, de 1 año. El padre explicó que era la segunda vez que acudía al concurso con el auto, “Héctor Expres”, inspirado en una máquina de tren. No podía ser de otro modo. David es miembro del Club Ferroviari y siente pasión por los trenes.
Junto a esta familia, algunos participantes en solitario e, incluso, ataviados para el evento. Pep Guati vestía de “Son Goku”, alma de “Bola de Drac”, para conducir un monoplaza decorado con 25 globos de color amarillo. “Para mí es una actividad emocionante y divertida”. También lo esperaban así, Joan y Guillem, que vestidos con bañador de época había fabricado un cacharro con un bañera. Tuvieron problemas para hacer el circuito pero la intención bien valió la pena”.