Desde 1903, Terrassa cuenta con una plaza dedicada al escritor y sacerdote Jacint Verdaguer, autor de “L’Atlàntida” y “Canigó”, y artífice del catalán como lengua literaria moderna. Antes, fue un cruce de calles con un pequeño jardín y un surtidor de gasolina, y, más antiguamente, un descampado en el que la calle del Nord se encontraba con el torrente de Salt (en la actual calle de Sant Leopold) y el camino de Matadepera, con el mas de Ca l’Ubach dominando el espacio. La plaza ha experimentado, en el último siglo, diversas transformaciones, que levantaron fuertes polémicas, ahora olvidadas, y unas y otras la cuenta la historiadora Ana Fernández en la separata del número de marzo-abril de la Associació de Col·leccionistes de Terrassa, en un estudio basado en la exhumación de los diarios de la época.
“¿Con qué razones y motivos la mayoría de nuestros concejales quieren realizar un empréstito de quinientas mil pesetas y se ofrecen a pagar durante veinticinco años una anualidad de seis mil pesetas para un objeto que, ni bajo el punto de vista moral ni material, ha de reportarnos ningún provecho?”, preguntaba en primera página, el 20 de mayo de 1916, el periódico Acción Republicana. Era la crítica a la noticia, publicada en otro rotativo, La Comarca del Vallès, del 14 de abril de ese año, de que el Ayuntamiento había acordado derruir cinco casas (los números 43 a 51) de la plaza, para ampliar sus dimensiones y ajardinarla.
El célebre pintor Rafael Benet i Vancells, que ya había realizado trabajos para los jardines de la Masia Freixa, fue el encargado del diseño del ajardinamiento. Hizo dos proyectos, publicados y valorados por el periódico quincenal Pàtria, el 16 de julio de 1917. Su favorito era el número 1, en el que detallaba con exhaustividad las especies botánicas que lo configuraban, pero resultaba más caro que el 2, que fue el escogido. Su ejecución se hizo lenta, y “no fue hasta el 30 de agosto de 1926 que se comenzó a empedrar la plaza, cuando aún se continuaba oyendo más de una crítica en la prensa local sobre estos trabajos urbanísticos. Este espacio, a partir del 13 de abril de 1933, también dispuso de la instalación de dos quioscos de venta de diarios”.
El monumento de 1956
La segunda etapa de la plaza de Jacint Verdaguer comienza en 1953, con la construcción de un monumento en homenaje al escritor, a partir de una iniciativa planteada por la Comissió Local Pro-homenatge Mossèn Jacint Verdaguer.. “Fernando Bach-Esteve dirigió la realización de un proyecto que habían de llevar adelante los alumnos que cursaban la asignatura de historia del arte en la Escola d’Arts i Oficis. A este efecto, el 23 de mayo de aquel año se presentó al Ayuntamiento un diseño, firmado por quién entonces era el director de esta escuela, Santiago Morera i Folgaroles, y con un dibujo adjunto de Celoni Soler i Peraire”.
El monumento estaba constituido por un bloque de piedra de Montjuïc (trabajado por Marbres M. Ros, propiedad de Miquel Ros Orta), “al que se le aplicó un medallón de bronce con el busto de mosén Cinto y su nombre con letras romanas. Bajo estos elementos iba una fuente que vertía agua en un pequeño estanque de piedra calcárea de Folgueroles [localidad natal del poeta] en forma de concha”.
El proyecto fue aceptado por el arquitecto municipal el 6 de junio de 1953, y se inauguró tres años después, el 30 de junio de 1956. El acto, con presencia del alcalde Josep Clapés, y un parlamento del historiador Francesc Torrella Niubó, constituyó un gran acontecimiento ciudadado. “La fuente y el pequeño estanque fueron suprimidos años más tarde, y en su lugar se colocó una placa de mármol con el escudo de la ciudad.”
Entre 1962 y 1975, la plaza de Jacint Verdaguer también contó con la escultura “Nena amb cèrvol”, de Fernando Bach-Esteve, para la que el escultor tuvo como modelo a Maria Victòria González. “Esta obra sufrió graves desperfectos cuando, durante las celebraciones del ascenso de categoría del equipo de futbol local, el 26 de mayo de 1975, unos aficionados inflamados de euforia decidieron destrozarla. Fernando la restauró, pero no volvió a ser ubicada en esta plaza, ya que, en su lugar, se acababa de erigir un quiosco de venta de cupones de la Once”. Cuando la calle de Cremat se remodeló como peatonal, fue instalada allí, pero en 1980 y 1984 volvió a sufrir actos vandálicos, y finalmente pasó a formar parte de los fondos del Museu de Terrassa.
Un muestrario del modernismo
El historiador Joaquim Verdaguer, señala en su blog que la plaza de Jacint Verdaguer fue durante muchos años un auténtico “muestrario de la arquitectura modernista”. Allí estaba el añorado edificio de la Agrupació Regionalista, obra del arquitecto Lluís Muncunill, derruido a finales de la década de 1950 para construir la sede de Correos; el almacén Pintado i Cardús, en la esquina con la calle de la Mina, con su “decorativa fachada con diversidad de símbolos y representaciones de varios bustos de prohombres terrassenses”; el almacén de Miquel Boix, construido en 1905, con “una gran portalada de piedra, en arco equilibrado parabólico y una balconada que sigue las mismas líneas redondeadas”; la imprenta Ventayol, de la que se conserva la fachada, edificio de 1895 obra de Muncunill, y “en la esquina con la calle de Sant Isidre, y con la fachada en esta calle, hay la Escola de la Llar, edificio aislado de obras vista construido en 1930 por el arquitecto Melcior Viñals”.