Año 1977. Abril. La Terrassa de los números de teléfono que empezaban por el 297. Del alcalde Josep Donadeu. Del Terrassa FC que entrenaba Ben Barek. De los porteros automáticos que Antenas Núñez anunciaba en la prensa. Del “Compre Domecq y ¡gane un televisor en color!” de Casa Evaristo. De las listas de boda en Paloma. De los Viajes Monsonet. De las oficialas de zig-zag que siempre demandaban en los anuncios clasificados. De los libros de flores y plantas que te regalaban por Sant Jordi en la Caixa d’Estalvis de Terrassa. Y era la Terrassa de las mil caras que vivía la efervescencia de la convulsa etapa de la transición.
Ese abril de 1977, el día de Sant Jordi, nació Diari de Terrassa. En un momento clave, para tomarle el pulso a una ciudad que vivía acelerada y para una ciudadanía que necesitaba saber qué sucedía y cómo sucedía.
Tensión en la calle
No eran unos tiempos fáciles para una vieja Ègara descosida por muchos focos de tensión. La crisis era angustiosa y se encarnizó en numerosas empresas, tanto pequeñas como grandes: Fontanals, Agut, AEG€Huelgas, reestructuraciones. Parados. Más parados. Y pugna política. Primeros mitines. Elecciones legislativas del 15 de junio, las primeras de la democracia, con victoria local para el PSUC . Y una ciudadanía que con el fin de la dictadura quería respuestas en una Terrassa que sufría grandes déficits urbanísticos y que hacía que las protestas vecinales se acentuasen. “El alcalde debía ofrecer un sentido de equilibrio a la vez que de apertura a los nuevos tiempos” decía Domènec Jofresa i Vellsolà, elegido primer edil en septiembre de aquel año, en el libro “Terrassa, segle XX. 1867-1993”.
Este fue uno de los volúmenes, a modo de fascículos, editados por Diari de Terrassa, que a lo largo de estas cuatro décadas ha creado una nutrida biblioteca egarense, en un empeño por conocer a fondo el pasado de la ciudad y vislumbrar el futuro que nos espera. “Els terrassencs del segle XX”, los tres volúmenes de la “Història industrial de Terrassa”, “La Terrassa de 2025” y no podía faltar un completo volumen, del año 1996 sobre el gran icono de la naturaleza egarense, Sant Llorenç.
El periódico, nuestro periódico, el periódico de los terrassenses, ha explicado la historia del día a día de una ciudad que se ha transformado con el paso de los años, unas veces aceleradamente, otras de modo renqueante. Ha vivido, hemos vivido, desde aquellas primeras elecciones municipales de la democracia en un ya muy lejano 3 de abril de 1979 en que el PSC se imponía al PSUC por solo 261 votos y Manuel Royes se hacía con la alcaldía, hasta los últimos devaneos políticos de un consistorio presidido por otro socialista, Jordi Ballart.
Nueva rotulación
Llegan los ochenta. Terrassa estrenaba rotulación de calles en 1980. El Arrabal de José Antonio pasaba a ser el Raval de Montserrat y la avenida del Caudillo la Rambla d’Ègara. Cada nuevo rótulo valía mil pesetas. Fueron años de muchas dificultades. Seguían los problemas laborales y caía como una pesada losa el 23-F. Estupor. Conmoción. “Tranquil, Jordi, tranquil, és la Guardia Civil”, decía La Trinca. Y Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, visitó Terrassa en esa década en varias ocasiones, una de ellas para poner en funcionamiento el Museu de la Ciència i la Tècnica, en el recuperado Vapor Aymerich, Amat i Jover, uno de los símbolos de un textil local que iba desvaneciéndose agónicamente.
En aquella década, algunos terrassenses aseguraban haber visto ovnis en La Mola, a otro le robaron 400 mil pesetas con el timo del tocomocho y a Manolo Escobar, que actuó en 1988 en el Casal d’Avis de Can Roca, ya hacía años que le habían sisado su carro. El campeón del mundo de ajedrez, Gary Kasparov apenas pudo tocar ni un solo peón. Nevó y hacía mucho frío. Se fue la luz y él también se fue de una Terrassa que estrenaba en ese período la estación de tren de los “Catalans” y se derruía la del Portal de Sant Roc. Era el adiós a una de las postales características de la ciudad. Y desaparecía también el cine Recreu así como la histórica Llibreria l’Àmfora, especializada en el libro catalán y que había nacido en los inicios de los sesenta.
Y el cartel de Carnestoltes, como casi siempre, provocó polémica y en el Diari de Terrassa se publicó un manifiesto firmado por intelectuales de la ciudad a favor de la libertad de expresión.
Los años ochenta fueron de cambios para nuestro rotativo. A partir del 13 de septiembre de 1983 se crearon nuevas secciones, se dio un giro a la forma de presentar la información, aproximándola más al lector, ofreciéndole más servicios. Rejuveneciéndose en todos los sentidos. Y fue uno de los primeros periódicos en toda España que tuvo una directora.
Años noventa. La ciudad vivió una profunda transformación que relató día a día Diari de Terrassa. Mientras se rodaba la película “La teranyina”, mientras La Década Prodigiosa actuaba en la Festa Major, en uno de esos conciertos multitudinarios, la ciudad se acicalaba para ser olímpica. Paulina Pi de la Serra, gran referente de la cultura local, fallecía en 1991, meses antes de que se inaugurase la remodelada Àrea Olímpica.
Un año mágico
1992. ¡Qué año! Terrassa se puso sus mejores galas para ser olímpica. Llegó el cosmopolitismo. Llegaron los reyes. No los magos, el de España y, también, el de Malasia para ver los partidos de hockey. Y llegó ese histórico 7 de agosto, cuando la selección española femenina de hockey subió a lo más alto del podio. ¡Es oro!
Como le sucedía a la ciudad, Diari de Terrassa vivió esos Juegos con una gran intensidad. El esfuerzo informativo fue importante. La ocasión lo valía. En esos días, la redacción trabajó hasta altas horas de la madrugada, con acopio de café, para ofrecer en sus ediciones diarias toda la información de un acontecimiento único. Pero antes, mucho antes, Diari de Terrassa vivió su propia aventura olímpica. En 1991 se había informatizado y los terminales de ordenadores llegaron a la redacción. Y en ese periodo se creó la revista Dt’92. Se quiso contribuir, decididamente, a ofrecer un clima propicio para acoger los Juegos, a la vez que informar ampliamente de todo lo que acontecía durante su preparación. Aparecieron 24 números, en los que los reportajes y entrevistas, algunos a grandes personajes del deporte mundial, tenían un tratamiento fotográfico de gran nivel.
Los Juegos terminaron. La ciudad vivió la resaca olímpica debatiéndose entre una crisis amenazante y unos cambios ciudadanos que se expresaron con transformaciones urbanísticas. Algunas de gran calado. Así, finalmente, aquel viejo sueño del gran pulmón verde en el centro de la ciudad ya era realidad. Sí, el Parc de Vallparadís. Terrassa abría su “Central Park”, en una década en la que estrenó el Parc dels Catalans, el renovado Raval, la remodelada Plaça Vella, la nueva sede del Institut del Teatre€ Es un ritmo frenético. Se estrenó la Biblioteca Central, la piscina de 50 metros€ Y más frenesí. Abrió también Parc Vallès, el tramo sur de la Rambla desde el Portal de Sant Roc hasta la carretera de Montcada€ Y Terrassa se liberó de su cinturón de hierro. Era el 29 de mayo de 1994. Hubo fiesta por la apertura de la nueva estación y el fin de las obras del esperado soterramiento de la RENFE. Terrassa ya era otra.
Diari de Terrassa, tras el histórico 1992, no quiso quedarse al margen de esas transformaciones de la ciudad. Y dio otro impulso. El sábado, 6 de noviembre de 1993, apareció un nuevo Diari. Cambio de diseño. Imagen mucho más atractiva. Color para fundamentar unas variaciones que no se quedaron en el continente. También, y de modo profundo, en el contenido. Terrassa se había modernizado. El Diari también.
En los albores del nuevo siglo, en el año 2000, Terrassa vivió uno de los momentos más duros de su historia. Era jueves. 14 de diciembre. ETA asesinó con un coche bomba en Can Boada a Francisco Cano. El terrorismo llegó a nuestra ciudad con toda su crudeza, con todo su desgarro. Al día siguiente, 150 mil personas recorrían la Rambla d’Ègara en una silenciosa manifestación que encabezaba el lema “Catalunya per la llibertat. ETA no”.
Bienvenido siglo XXI
El nuevo siglo ya está aquí.- Hay que celebrarlo y Diari de Terrassa regaló copas de cava a sus lectores. En 2002, el Terrassa FC subió a la Segunda “A”. Explosión de júbilo. Pere Navarro accedía a la alcaldía y en nuestros bolsillos tuvimos los primeros euros… y una calculadora para precisar las equivalencias con la peseta.
Pasaron los meses. Joan Sales es el primer síndico de Terrassa y la gente se manifiestaba. Contra el campo de golf, contra la nueva tasa de basuras, contra el Quart Cinturó, contra€
El sábado, 15 de febrero de 2003, Diari de Terrassa estrenó su sede en la calle Vinyals, esquina con Vallhonrat. Era el inicio de una nueva etapa, una más. Modernas instalaciones que dejaban atrás las viejas de la calle Galileu, aquellas en las que Diari de Terrassa nació y se hizo adulto. Aquellas en las que habían convivido distintas generaciones de periodistas en una empresa que siempre ha tenido el afán de superación por bandera.
Qué lejos y qué cerca queda aquella sede de Galileu, en donde el tecleteo de las máquinas de escribir llega a ser ensordecedor y en donde también aparecieron los silenciosos ordenadores. Desde donde se recogió aquel fax que decía “un individuo armado de una pistola a los gritos de ‘todos al suelo’ comenzó a disparar en el hemiciclo” y en donde empezamos a aprender qué era Internet.
En 2005 Terrassa alcanzó los 200 mil habitantes. El 22 de septiembre de ese año Diari de Terrassa tributaba un homenaje al pintor Pepe Martínez Lozano y se presentó la obra que el artista realizó para ser expuesta en la entrada del edificio del Diari. Y en 2007 cerró un establecimiento singular: la abigarrada librería Grau, en plena calle Gavatxons, fundada por Valentí Grau Muntada en 1932.
En ese 2007 Diari de Terrassa celebró su 30 aniversario Para ello organizó la conferencia “Tres dècades fent ciutat”, con Do-mènec Jofresa, Manuel Royes y Pere Navarro. Meses más tarde, justo cuando el Museu de Terrassa inauguró la exposición “Les botigues del nostre record”, nació el suplemento semanal DT Comerç, con una clara vocación a favor del comercio terrassense. Ha sido un suplemento que ha marcado en la ciudad. Muchos otros suplementos, a lo largo de sus 40 años de vida, muchos mográficos, y el actual Gent DT han hecho que Diari de Terrassa fuera más que solo un periódico.
2010. La crisis se ha instalado en Terrassa como en todas partes. Aguda crisis. Dramática crisis. Pero la vida continuó. Shakira y Rafa Nadal rodaban un spot en el Parc Audiovisual, los Minyons estaban cada vez más cerca del cielo y el Teatre Principal renacía de una larga agonía. Pasaban los meses. Los indignados acampaban en el Raval y la crisis siguía. Los parados ya eran casi 25 mil. Desahucios. Apareció la PAH; hay quien no tiene para comer. Apareció el Rebost€ Había quejas, protestas, dificultades, indignación.. Mientras, se estrenaba el “metro del Vallès” y nacía una ciudad subterránea.
Y Diari de Terrassa informó de todo ello. Ampliamente. Y seguía avanzando. El 21 de septiembre de 2013 todas sus páginas ya eran en color. Cambió de formato. También cambió de sede y se instaló en Vallhonrat, 45, esquina con Vinyals. Y ahora, el Diari también no es solo impreso. También es digital. Y encara su futuro, sin dejar de ser partícipe del latido de una ciudad que la vive intensamente.