El ser humano es una parte más de la naturaleza, y por este motivo no está exento de sufrir en su interior una contaminación química que viene de fuera y que es la causa de enfermedades importantes. Ésta es la tesis que defiende el doctor en Medicina y catedrático de Salud Pública en la Universitat Autònoma de Barcelona, Miquel Porta (Barcelona, 1957), que además trabaja en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona. El científico dio una conferencia sobre esta polución poco conocida en Terrassa. Fue en el marco de la pasada feria agroecológica del Vallès.
¿Cuánto tiene que ver esa contaminación interna de la que habla con nuestra alimentación?
Yo, primero, me preguntaría por qué tantas personas no llegan hoy a esa famosa esperanza de vida que en España se sitúa más allá de los ochenta años, y mueren antes a causa de enfermedades. Pues bien, una parte notable de ellas, como las cardiovasculares, las neurodegenerativas y ciertos cánceres, tienen su origen en la alimentación. También en el aire que respiramos, en lo que bebemos y en cómo trabajamos. Nuestro cuerpo, como el medio ambiente, está contaminado.
Entonces, ¿cómo evitarlo?
Siguiendo una dieta variada y rica en frutas, verduras, además de buena carne y pescado, en la medida en que la economía familiar lo permita. Es mejor comer menos carne, pero que ésta sea de más calidad. Y también hay que pensar en consumir alimentos ecológicos.
Decía que está bien comer frutas y verduras. Pero, ¿cómo se sabe que no llevan esas sustancias que dice que son malas para el cuerpo?
Es importante informarnos sobre cómo se han cultivado. El problema es que la agricultura actual aún usa plaguicidas sintéticos, artificiales, que empezaron a aplicarse en masa en el campo tras la Segunda Guerra Mundial y que han pasado factura en nuestra salud. En Europa, más de la mitad de las fresas contienen al menos tres pesticidas, y un 16% cuentan con seis o más, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Lo mismo ocurre con otras frutas y verduras.
¿De qué modo actúan esos químicos en nuestro organismo?
Los pesticidas artificiales crean una contaminación interna del cuerpo. La contaminación no solo existe en el exterior, sino dentro nuestro. En Valencia se hizo hace poco tiempo un estudio entre 126 niños de entre seis a doce años que determinó que todos ellos tenían plaguicidas en su orina. Y normalmente, más de uno. ¿No es para reflexionar?
¿Y qué explicación hay detrás?
Que los niños están expuestos a plaguicidas cada día. Un dato curioso de aquel estudio fue que los niveles de plaguicidas eran más altos en aquellos niños cuyas familias tenían un menor nivel educativo, seguramente porque su modo de alimentación era peor al no ser tan conscientes de la necesidad de seguir una buena nutrición.
¿Y todas esas sustancias contaminantes actúan de la misma forma?
Hay dos tipos de contaminantes. Los plaguicidas no persistentes, que acaban saliendo por la orina, ya que no quedan pegados a la grasa del cuerpo al no ser lipofílicos. Nuestro cuerpo los expulsa. Eso ocurre con muchos plaguicidas que se utilizan hoy en día. El problema es que hay otros contaminantes que sí persisten en nuestro interior porque actúan pegándose a la grasa. Por tanto, si reducimos la ingesta de grasas también disminuiremos la presencia de esos contaminantes persistentes. En este grupo encontramos los plaguicidas tradicionales, como el DDT.
¿En qué medida la aparición de una enfermedad como el cáncer tiene que ver con la forma de comer?
Hay numerosos estudios que nos dicen que algunos linfomas, ciertas leucemias infantiles o el cáncer de hígado o testículos se debe, no solamente, pero sí en parte, a la contaminación química interna de nuestro cuerpo. Yo, sin querer asustar a nadie, diría en general que seguir una dieta rica en vegetales reducirá el riesgo de tener cáncer de colon así como de otros tumores.
Usted es catedrático de salud pública. ¿La administración nos protege lo suficiente frente a esa toxicidad interna de la que habla?
Las acciones de salud pública de los ayuntamientos aún son muy tradicionales. Es decir, la administración hace controles sanitarios en los mataderos para que no haya problemas con microbios, antibióticos u hormonas que se dan a los animales. Pero no se dedican esfuerzos a estudiar la contaminación interna de las personas. Y ésta existe.
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