La adopción de las medidas necesarias para mitigar el calentamiento global -es decir, limitar a dos grados centígrados el aumento de la temperatura- ahorraría hasta dos billones de dólares en la ejecución de proyectos relacionados con el petróleo, el carbón y el gas, según un estudio publicado por Funcas.
El informe, elaborado por la profesora Kathleen Araújo, analiza los diferentes factores que pueden derivarse de una política energética que cumpla con lo pactado en el acuerdo de París COP21.
La apuesta por las renovables en detrimento de los hidrocarburos podría provocar que las reservas de estas fuentes de energía se convirtieran en “activos hundidos”, es decir, inversiones cuyo coste no se podría recuperar.
Por ello, explica el informe, tiene “especial importancia” que se preste atención a los plazos y las medidas políticas de cara a una transición hacia un modelo con menos emisiones de carbono.
Los análisis realizados por Citigroup calculan que el gasto en energía entre 2015 y 2040 sería mayor con fuentes tradicionales (192 billones) que con tecnologías bajas en carbono (190 billones).
Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que las medidas planteadas no son suficientes para limitar la subida de la temperatura media global a 2 grados, para lo que propone iniciativas como el aumento de la inversión en renovables desde los 270.000 millones de dólares en 2014 a los 400.000 en 2030.
Araújo cita un estudio de la AIE que calcula que los subsidios a nivel mundial a los combustibles fósiles ascendieron a 490.000 millones de dólares en 2014, mientras que los destinados a renovables fueron 135.000 millones.
El estudio publicado por Funcas también cita el Informe Stern, que, en su actualización de 2008, cifra los costes de transición para evitar los peores efectos del CO2 en un 2 % del PIB mundial, mientras que la apuesta por una energía baja en carbono podría aportar hasta 2,5 billones de dólares de beneficios al año.
Aparte de los costes puramente económicos, Araújo plantea que otros “costes reales” del cambio de sistema energético y otros factores a tener en cuenta del actual, como el efecto que tiene sobre la salud, ya que, según el Global Energy Assessment, éste provoca hasta 5 millones de muertes prematuras al año, así como un 5 % de las enfermedades.
La mayoría de estas dolencias, según este estudio, vienen dadas por la contaminación del aire de interiores y la exposición exterior a la combustión parcial de combustibles fósiles y de biomasa.
Por otra parte, el estudio afirma que los accidentes “también juegan un papel importante” en la valoración de estos costes, para lo que cita dos ejemplos: el derrame de petróleo en el Golfo de México de la plataforma petrolífera Deep Water Horizon, operada por BP, en 2010, ha costado 53.000 millones de dólares hasta la fecha, mientras que el desastre nuclear de Fukushima tendrá un coste total que oscilará entre los 325.000 y los 406.000 millones de dólares.
Asimismo, el informe explica que los fenómenos climatológicos extremos provocan daños entre los 18.000 y los 33.000 millones de dólares al año en el sistema eléctrico de Estados Unidos.
Por último, Araújo señala que el 17 % de la población mundial (1.200 millones de personas) carece de acceso a la electricidad.
La estimación indica que el coste para alcanzar el acceso mundial sería de 979.000 millones de dólares, unos 49.000 millones por año, entre el período comprendido entre 2011 y 2030.