Más de 3.500 policías nacionales han participado en 250 operaciones contra la inmigración irregular desde la creación de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex), que ahora fija su atención en la masiva llegada de inmigrantes al espacio Schengen y refugiados que huyen del conflicto sirio.
Una participación que gestiona la Policía Nacional desde un punto de contacto integrado por 30 agentes de la Comisaría General de Extranjería, dirigidos por el inspector José Luis Amador, responsable de las relaciones con Frontex.
Es él quien explica a Efe la participación de la Policía en las operaciones de Frontex, volcada ahora en el control de los flujos migratorios procedentes de Libia y de Siria.
La Policía española tiene este año desplegados 400 agentes en las misiones de Frontex, sobre todo en la frontera de Bulgaria con Turquía -donde se controla además el tráfico de heroína- y en las operaciones Poseidon y Tritón de control de la llegada de inmigrantes del norte de África a las costas griegas e italianas.
Ante estas crisis migratorias, Frontex ha reforzado sus despliegues y triplicado sus 80 millones de presupuesto con los que contaba hasta hace poco, a la vez que ha hecho un llamamiento a los países para que aumenten sus efectivos.
Según subraya el inspector, España ha respondido y ha puesto a disposición de la agencia europa policías cualificados y la experiencia adquirida al haber sufrido crisis migratorias como la de los cayucos en 2006 en Canarias o la llegada en agosto de 2014, en tan solo 48 horas, de 1.400 inmigrantes en patera por el Estrecho.
Desde este punto de contacto con Frontex se selecciona a los agentes a desplegar con unos criterios, entre ellos el dominio de inglés, aunque se valora el conocimiento de francés y de árabe por la procedencia de muchos inmigrantes.
Y se tiene en cuenta que sean buenos entrevistadores para poder obtener información del viaje que ha realizado el inmigrante, de sus motivaciones o de si han caído en manos de redes delictivas.
Muchos caen, sobre todo en Libia, un país sin gobierno donde las organizaciones criminales llegan incluso a secuestrar a los inmigrantes y solo les liberan a cambio de dinero, que les entregan por el método de la “hawala”: transferencias a través de intermediarios que no dejan rastro.
La información que se obtiene de esas entrevistas -voluntarias para los inmigrantes- es fundamental para detectar víctimas de trata y para desarticular redes, a las que los inmigrantes pagan entre 1.500 y 3.000 euros o 600 si el trayecto es corto.
Como se ha constatado, en los grandes barcos que parten de Libia los inmigrantes pagan según la nacionalidad y estatus. En general, las peores plazas son para los subsaharianos y las mejores para los sirios, que tienen un mayor poder adquisitivo.
De todos modos, la inmigración siria, según los investigadores, ha evolucionado, ya que cuando se inició el conflicto llegaban a Europa nacionales con alto poder adquisitivo y en avión. Ahora viajan en barcos cada vez menos seguros, como se ha comprobado en el hundimiento de algunos en aguas griegas.
Los agentes especializados de fronteras son capaces también de descubrir la verdadera nacionalidad del inmigrante, que asesorado por las redes, dice proceder de Sierra Leona en su día, o de Siria en la actualidad, para ser más fácilmente acogido.
Una vez rescatados del mar, la Policía se hace cargo de los inmigrantes, con quienes tratan de empatizar para que vean a los agentes como alguien que intenta ayudarles y no como agente represor, afirma Amador.
La Policía, añade el inspector, aporta a Frontex los mejores expertos en la detección de documentos falsos, una experiencia que los agentes han adquirido a lo largo de años de trabajo en las crisis migratorias que sufrió España, sobre todo en Canarias y que se ha resuelto gracias, entre otras cosas, a la colaboración con los países de origen.
También se valora en la selección de los agentes su experiencia en la lucha contra el tráfico ilícito de vehículos, una actividad que se realiza aprovechando el flujo de la denominada operación Paso del Estrecho.
El inspector resalta el papel de Frontex en la impermeabilización de las fronteras, pero “no para prohibir la entrada a quien debe entrar por necesidad, sino para evitar que entre esos flujos entre lo que no debe: tráfico de drogas, armas o terroristas”, puntualiza.
Las operaciones Hera (Canarias), Índalo (de Algeciras a Cartagena) y Minerva (Paso del Estrecho) son las que Frontex lleva a cabo en España, adonde acuden policías de otros países para ayudar sobre todo en la detección de documentos falsos.
El inspector no se atreve a augurar hacia dónde evolucionará la inmigración. “El año pasado todas las llegadas masivas eran por Libia y este año han subido mucho las llegadas terrestres, recorriendo países enteros”, concluye.